Incapaces de comprender lo que estaban haciendo o se creían capaces de hacer, todas las civilizaciones han pretendido buscar una explicación fundamental de sí mismas y de sus arriesgadas e incomprensibles “existencias”.
Aquellas explicaciones básicas y fundamentales de la existencia humana que permitían entender, o al menos imaginar, la causa y finalidad de las acciones humanas, recibieron al principio el nombre de “religiones”. La desconcertante creatividad humana sólo podía ser atribuida a los “dioses”, pues los hombres no se sentían capaces de comprenderse a sí mismos y asumir su incomprensible existencia, “divina” unas veces, “satánica” otras.
Aquellas explicaciones básicas y fundamentales de la existencia humana que permitían entender, o al menos imaginar, la causa y finalidad de las acciones humanas, recibieron al principio el nombre de “religiones”. La desconcertante creatividad humana sólo podía ser atribuida a los “dioses”, pues los hombres no se sentían capaces de comprenderse a sí mismos y asumir su incomprensible existencia, “divina” unas veces, “satánica” otras.