la ARGENTINA DE BARCO CENTENERA. Cuando salió á luz este poema sobre la conquista del Rio de la Plata, las musas castellanas habian desplegado, en las obras de Garcilaso, Herrera y Luis de Leon, un estilo culto y elegante. Ni la lucha intestina de Fernando el Catòlico contra los Moros, ni las guerras exteriores de su sucesor Carlos V, fueron bastantes à detener los progresos de las letras, que sin proteccion y estìmulo florecieron en el reinado sombrío é inquisitorial de Felipe II. El gusto de la literatura italiana, que à mediados del siglo XVI. se habia generalizado en España, y el verso endecasilabo, introducido por Boscan, pusieron en voga à los grandes modelos que se ilustraron en la epopeya, y Ariosto, Camoens, y Taso, tuvieron sus émulos è imitadores. Mientras que Zapata, Urrea y Samper celebraban à porfia las glorias de Carlos V, Pinciano escribia el Pelayo; Cueva, la Conquista de la Bética; Hojeda, la Cristiada; Mosquera y Zamora, la Numantina y la Saguntina; y el fèrtil è inagotable Lope de Vega, la Dragontea, el Isidro y la Jerusalen. Entre tantos ensayos desgraciados, ocupaba un lugar eminente el poema de D. Alonso de Ercilla, que al relatar los sucesos de Arauco, podia decir como Enea quorum pars magna fui. El mismo objeto se propuso D. Martin del Barco Centenera en su Argentina, en que describiò los acontecimientos que presenciaba, sino con toda la escrupulosidad de un historiador, almenos con un fondo de candor que le grangea crédito y confianza. Nació en Logrosan, en el partido de Trujillo en Extremadura, cerca del año de 1535, cuando se fundò por primera vez Buenos Aires, de la que estaba destinado á cantar la reedificacion. Abrazò el estado eclesiástico, y en clase de capellan acompañò la expedicion que, en 1572, saliò del puerto de San Lucar, bajo los auspicios del Adelantado Juan Ortiz de Zárate. La descripcion de este viage, una de las partes mas interesantes del poema, los amagos de una tempestad, y los estragos del hambre que estallò en Santa Catalina, son pinturas animadas de los incidentes de una larga navegacion. En los veinticuatro años que pasò en Amèrica, el deseo de observar tantos objetos nuevos y curiosos, le hizo tomar parte en varias empresas, en las que arrostrò grandes peligros, siendo testigo de infinitas desgracias: y al cuidado que tuvo de relatarlas debemos las únicas memorias que nos quedan de un perìodo importante en la conquista de estas regiones. Acompañó á Melgarejo y á Garay en casi todas sus expediciones, y, segun parece indicarlo, fué uno de los que concurrieron à la fundacion de Buenos Aires en 1580.[1
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