Los sucesivos episodios de violencia en los terrenos de juego, la falta de honestidad en el deporte reflejada en el dopaje o la simulación de caídas en fútbol, el elevado coste de los jugadores profesionales y la falta de actos de generosidad, el excesivo valor concedido al éxito individual, las carentes relaciones sociales y, sobre todo, el modelo deportivo de referencia promovido por los medios de comunicación, casi exclusivamente masculino y de muy seleccionadas modalidades deportivas, demandan prácticamente a gritos una respuesta.
El deporte, si quiere seguir siendo deporte, ha de ser portador de valores, ha de estar al servicio del hombre. Esta obra tiene como principal objeto definir el auténtico deporte, sus rasgos de identidad, con el fin de ser un patrón de referencia que guíe toda práctica físico-deportiva.
Para ello, no sólo es necesario recurrir a las investigaciones específicas del campo de la Actividad Física y el Deporte, sino también a planteamientos sólidos y reconocidos históricamente como el que plantea la ética de las virtudes durante la cultura clásica y medieval.
Pero, no solamente es relevante tomar una actitud crítica ante la realidad y definir la identidad del deporte, aun es más importante plantear un proyecto que lleve a la acción, que no se quede en palabras alejadas de la realidad del deportista. Por ello, defino el deporte auténtico a través de lemas o imperativitos. Tres ideas resumen la aplicación práctica de la ética de las virtudes al deporte:
1. “Juega con la máxima intensidad, dalo todo”.
2. “Haz a los demás lo que te gustaría que te hiciesen”.
3. Y “juega en equipo”.
El deporte, si quiere seguir siendo deporte, ha de ser portador de valores, ha de estar al servicio del hombre. Esta obra tiene como principal objeto definir el auténtico deporte, sus rasgos de identidad, con el fin de ser un patrón de referencia que guíe toda práctica físico-deportiva.
Para ello, no sólo es necesario recurrir a las investigaciones específicas del campo de la Actividad Física y el Deporte, sino también a planteamientos sólidos y reconocidos históricamente como el que plantea la ética de las virtudes durante la cultura clásica y medieval.
Pero, no solamente es relevante tomar una actitud crítica ante la realidad y definir la identidad del deporte, aun es más importante plantear un proyecto que lleve a la acción, que no se quede en palabras alejadas de la realidad del deportista. Por ello, defino el deporte auténtico a través de lemas o imperativitos. Tres ideas resumen la aplicación práctica de la ética de las virtudes al deporte:
1. “Juega con la máxima intensidad, dalo todo”.
2. “Haz a los demás lo que te gustaría que te hiciesen”.
3. Y “juega en equipo”.