El primer semestre del año 2008, la Argentina se encendió.
Los dos más grandes actos políticos en favor y en contra de un presidente constitucional se sucedieron con pocos días de diferencia, apoyando y repudiando a la novel presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Seiscientas mil personas se reunieron en Rosario, alrededor del monumento nacional a la Bandera, para cuestionar la intención de imponer por decreto un derecho de exportación que se adueñaba de la parte del león de su cosecha, antes de impuestos, repitiendo su meeting en el centro de la ciudad de Buenos Aires pocos días después.
Y los partidarios del gobierno, por su parte, se concentraron en la Plaza del Congreso para escuchar al ex presidente Néstor Kirchner, que en un encendido discurso convocó a instalar en la Argentina el mismo contradictorio que motorizara los años del peronismo histórico, en la década 1945-1955.
Las consecuencias de la contundente rebelión rural, que recibió el apoyo de la mayoría de la población, acompañarían durante todo su mandato la gestión de Cristina Fernández. No sólo la caída de la aprobación de su gestión desde el 60 % a alrededor de un 25 %, sino la toma de conciencia de los ciudadanos de que era posible defender lo que consideraban derechos conculcados discrecionalmente desde el poder.
La etapa de crisis del conflicto se saldó con el rechazo por parte del Congreso de la Resolución 125, sostenida por toda la oposición, numerosos legisladores oficialistas y el desempate final que corrió por cuenta del Vicepresidente de la Nación, Julio César Cleto Cobos, quien con la valiente decisión adversa al gobierno que integraba, pasaría a formar parte del firmamento de estrellas de la política argentina.
Los dos más grandes actos políticos en favor y en contra de un presidente constitucional se sucedieron con pocos días de diferencia, apoyando y repudiando a la novel presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Seiscientas mil personas se reunieron en Rosario, alrededor del monumento nacional a la Bandera, para cuestionar la intención de imponer por decreto un derecho de exportación que se adueñaba de la parte del león de su cosecha, antes de impuestos, repitiendo su meeting en el centro de la ciudad de Buenos Aires pocos días después.
Y los partidarios del gobierno, por su parte, se concentraron en la Plaza del Congreso para escuchar al ex presidente Néstor Kirchner, que en un encendido discurso convocó a instalar en la Argentina el mismo contradictorio que motorizara los años del peronismo histórico, en la década 1945-1955.
Las consecuencias de la contundente rebelión rural, que recibió el apoyo de la mayoría de la población, acompañarían durante todo su mandato la gestión de Cristina Fernández. No sólo la caída de la aprobación de su gestión desde el 60 % a alrededor de un 25 %, sino la toma de conciencia de los ciudadanos de que era posible defender lo que consideraban derechos conculcados discrecionalmente desde el poder.
La etapa de crisis del conflicto se saldó con el rechazo por parte del Congreso de la Resolución 125, sostenida por toda la oposición, numerosos legisladores oficialistas y el desempate final que corrió por cuenta del Vicepresidente de la Nación, Julio César Cleto Cobos, quien con la valiente decisión adversa al gobierno que integraba, pasaría a formar parte del firmamento de estrellas de la política argentina.