Muy pocas veces en la Historia hemos visto surgir la llama espléndida del Genio Universal Humano. Podemos mencionar al cartaginés Aníbal Barca, como genio militar que marcó para siempre la historia militar. Siglos más adelante, Leonardo da Vinci fue un genio creativo, espíritu inquieto que se aventuró por las más diversas áreas del conocimiento humano, adelantando a sus contemporáneos el vislumbre de aquello que aún tardaría siglos en realizarse. La lista de los verdaderos genios es breve, y sus vidas están separadas por siglos de mediocridad, fracasos y retrocesos en todas las civilizaciones, matizados por breves destellos en áreas limitadas, cada siglo ha contado con sus grandes compositores, escritores, buenos gobernantes, filósofos, etc, pero ninguno de ellos se eleva a las cumbres de la genialidad universal. Entonces, casi 400 años después de Da Vinci, de las cenizas de la revolución Francesa emergió Napoleón Bonaparte, un fugaz meteoro que dejó su marca permanente en la sociedad humana. Militar genial, superó la obra de Aníbal, a quien estudió profundamente sus tácticas y estrategias, supo arrancar la victoria en todos los campos de batalla, siempre en inferioridad numérica y bajo condiciones adversas, delante de los poderosos ejércitos europeos. Al contrario de lo que nos dice la Historia, Bonaparte jamás declaró una guerra, siempre fue arrastrado a ella por las sucesivas coaliciones organizadas en su contra. El Genio necesitaba de paz, para edificar, para organizar, para crear, tornando realidad sus fantásticos sueños.
Bonaparte eliminó definitivamente los restos del sistema feudal, lanzando a Francia, y con ella al resto del mundo, en la Época Contemporánea, su Código Civil ha sido copiado por la gran mayoría de las nuevas Repúblicas americanas. En medio de guerras interminables, encontró tiempo para reformar el Estado francés, organizar leyes, gobiernos, ciudades e imperios, inició los estudios que desvendarían el pasado egipcio abriendo el camino para la moderna arqueología. Bonaparte realizó una obra titánica que no encuentra nada semejante a lo largo de la Historia. El Gran Corso se elevó como una centella, para extinguirse víctima de su propia grandeza. Numerosos historiadores han comparado la vida de Bonaparte a la evolución del Sol durante el transcurso del día: alba, amanecer, mañana, mediodía, tarde, atardecer y noche.
Esta colección de siete libros transportará al lector hacia aquellos años heroicos, donde podrá acompañar, día a día, el transcurso de la vida de Napoleón Bonaparte, sus campañas y todas las grandes batallas, de forma detallada, al mismo tiempo que observará los hechos en todos los continentes, sus causas y consecuencias.
La historia, sin manipulaciones, de todo lo que sucedió entre 1789 y 1815.
Bonaparte eliminó definitivamente los restos del sistema feudal, lanzando a Francia, y con ella al resto del mundo, en la Época Contemporánea, su Código Civil ha sido copiado por la gran mayoría de las nuevas Repúblicas americanas. En medio de guerras interminables, encontró tiempo para reformar el Estado francés, organizar leyes, gobiernos, ciudades e imperios, inició los estudios que desvendarían el pasado egipcio abriendo el camino para la moderna arqueología. Bonaparte realizó una obra titánica que no encuentra nada semejante a lo largo de la Historia. El Gran Corso se elevó como una centella, para extinguirse víctima de su propia grandeza. Numerosos historiadores han comparado la vida de Bonaparte a la evolución del Sol durante el transcurso del día: alba, amanecer, mañana, mediodía, tarde, atardecer y noche.
Esta colección de siete libros transportará al lector hacia aquellos años heroicos, donde podrá acompañar, día a día, el transcurso de la vida de Napoleón Bonaparte, sus campañas y todas las grandes batallas, de forma detallada, al mismo tiempo que observará los hechos en todos los continentes, sus causas y consecuencias.
La historia, sin manipulaciones, de todo lo que sucedió entre 1789 y 1815.