Abre los ojos, saluda a Caronte…
¿Qué harías si en mitad de la noche alguien te despertase
y te contara los motivos por los que pensaba degollarte?
Luis Salazar, el inspector jefe de una pequeña comisaría
gallega, atormentado por su pasado, y su nuevo compañero
Xurxo Godoy, un cerebrito vegano y comprometido con
las injusticias animales, serán los encargados de atrapar a un
escurridizo asesino que firma sus crímenes colocando una
moneda bajo las lenguas de sus víctimas. Pero no son los
únicos que andan buscando a este extraño personaje. Hay alguien
más que desea encontrarlo, alguien que conoce la verdad
sobre su presente, pasado y su futuro… Alguien que intentará
hacerlo entrar en razón a cualquier precio.
El caso del Verdugo de la Moneda reverberará como
un trueno en mitad de la noche, y, como una especie de virus
homicida, irá apoderándose de la ciudadanía hasta crear una
sangrienta oleada de asesinatos que usarán su misma firma:
una moneda debajo de la lengua de sus víctimas; complicando
todavía más la investigación de la ya fatigada Policía.
Los hilos del destino están bien atados, y al final del
trayecto, todos quedan unidos por un mismo ovillo.
¿Qué harías si en mitad de la noche alguien te despertase
y te contara los motivos por los que pensaba degollarte?
Luis Salazar, el inspector jefe de una pequeña comisaría
gallega, atormentado por su pasado, y su nuevo compañero
Xurxo Godoy, un cerebrito vegano y comprometido con
las injusticias animales, serán los encargados de atrapar a un
escurridizo asesino que firma sus crímenes colocando una
moneda bajo las lenguas de sus víctimas. Pero no son los
únicos que andan buscando a este extraño personaje. Hay alguien
más que desea encontrarlo, alguien que conoce la verdad
sobre su presente, pasado y su futuro… Alguien que intentará
hacerlo entrar en razón a cualquier precio.
El caso del Verdugo de la Moneda reverberará como
un trueno en mitad de la noche, y, como una especie de virus
homicida, irá apoderándose de la ciudadanía hasta crear una
sangrienta oleada de asesinatos que usarán su misma firma:
una moneda debajo de la lengua de sus víctimas; complicando
todavía más la investigación de la ya fatigada Policía.
Los hilos del destino están bien atados, y al final del
trayecto, todos quedan unidos por un mismo ovillo.