Uno de los actos afectivos humanos más breves, simples, suaves y sutiles, es el de la caricia. ¿Pero qué es en realidad?, ¿qué hay detrás de ella?, ¿qué relación tiene con la ciencia?, ¿con el arte?, ¿Por qué una pareja se acaricia o deja de hacerlo?, ¿Es bueno o malo acariciar a un hijo?, ¿Qué tanta semejanza o diferencia existe en la caricia entre los diferentes pueblos del mundo?, ¿Toda caricia es igual o cada caricia es única?, ¿Cuántos tipos de caricia existen?, ¿Qué cambios presenta esta muestra de afecto en cada etapa de la vida del ser humano?, ¿Cuánto cuesta una caricia? y ¿cuál será el destino de ésta en el futuro?
La respuesta a éstas y otras muchas interrogantes de tan amplio y novedoso tema, se ofrece como producto de un interesante y profundo análisis de lo que para muchos es el simple roce de una piel con otra.
Enrique C. Rébsamen, psicólogo de profesión y de compromiso, asesor e investigador universitario, nuevamente se presenta como escritor con su sagaz estilo y certero tino para encontrar significados y significantes a lo que por rutina hacemos o dejamos de percibir.
Ahora, en La Caricia Humana, nos muestra un peculiar estudio del impacto que ésta tiene; con la reflexión suficiente para hacernos cambiar radicalmente el valor que le otorgamos a este tan simple acto de afecto, con el cual nos expresamos a diario, lo olvidamos con facilidad y hasta en ocasiones lo condenamos al más remoto y oscuro rincón de la indiferencia.
La respuesta a éstas y otras muchas interrogantes de tan amplio y novedoso tema, se ofrece como producto de un interesante y profundo análisis de lo que para muchos es el simple roce de una piel con otra.
Enrique C. Rébsamen, psicólogo de profesión y de compromiso, asesor e investigador universitario, nuevamente se presenta como escritor con su sagaz estilo y certero tino para encontrar significados y significantes a lo que por rutina hacemos o dejamos de percibir.
Ahora, en La Caricia Humana, nos muestra un peculiar estudio del impacto que ésta tiene; con la reflexión suficiente para hacernos cambiar radicalmente el valor que le otorgamos a este tan simple acto de afecto, con el cual nos expresamos a diario, lo olvidamos con facilidad y hasta en ocasiones lo condenamos al más remoto y oscuro rincón de la indiferencia.