Secuestrada. Encerrada en una isla rodeada de azul océano y blanco cielo.
Jamás pensé que algo así pudiese sucederme, y menos aún el día de mi dieciocho cumpleaños. Cómo una vida puede esfumarse entre los dedos sin que nadie lo vea, sin que nadie lo escuche.
Cómo el sol se convierte en noche y la vida brilla bajo la luz de la luna.
Victor, mi captor, y a su vez el único hombre que se preocupa por mí en un océano a la redonda. Un hombre tan alto, fuerte, bello y asquerosamente rico como marchito. Sin amor, con un corazón frío como el hielo, salvo conmigo. Un hombre tan obsesionado en mi protección como peligroso.
Me desgarra que me abrace, me recoloque el pelo, y me ame, pero al mismo no sepa nada de él.
Sólo sé que tiene los recursos para encerrarme en esta “cárcel de cristal”. Palmeras, sábanas de seda, cocos y arena, pero ninguno de sus criados, soldados, o lo que sean, pueden ayudarme. El nombre de Viktor parece inspirar tanto miedo como respeto, y sus deseos son tenerme aquí hasta que acepte mi nueva realidad.
Que soy suya.
Que ahora Victoria Leon pertenece a un hombre cuyo aliento la quema, cuyo toque la derrite, y cuya voz grave es capaz que tema, no por su vida, sino por la de sus seres queridos.
Jamás pensé que algo así pudiese sucederme, y menos aún el día de mi dieciocho cumpleaños. Cómo una vida puede esfumarse entre los dedos sin que nadie lo vea, sin que nadie lo escuche.
Cómo el sol se convierte en noche y la vida brilla bajo la luz de la luna.
Victor, mi captor, y a su vez el único hombre que se preocupa por mí en un océano a la redonda. Un hombre tan alto, fuerte, bello y asquerosamente rico como marchito. Sin amor, con un corazón frío como el hielo, salvo conmigo. Un hombre tan obsesionado en mi protección como peligroso.
Me desgarra que me abrace, me recoloque el pelo, y me ame, pero al mismo no sepa nada de él.
Sólo sé que tiene los recursos para encerrarme en esta “cárcel de cristal”. Palmeras, sábanas de seda, cocos y arena, pero ninguno de sus criados, soldados, o lo que sean, pueden ayudarme. El nombre de Viktor parece inspirar tanto miedo como respeto, y sus deseos son tenerme aquí hasta que acepte mi nueva realidad.
Que soy suya.
Que ahora Victoria Leon pertenece a un hombre cuyo aliento la quema, cuyo toque la derrite, y cuya voz grave es capaz que tema, no por su vida, sino por la de sus seres queridos.