Los personajes de "La Celestina" son auténticos seres humanos, dotados de extraordinaria complejidad psicológica, en acción, capaces, por cierto, de ofrecer visiones contradictorias entre ellos de una única realidad, en función de sus intereses. La figura de Melibea, por poner un ejemplo, no es la misma en los ojos del enamorado Calisto que en los de las celosas pupilas de Celestina. Es justamente este espesor humano lo que los hace absolutamente imprevisibles; Calisto se comporta a ratos como héroe, a ratos como villano, como empujado por arrebatos que hunden sus raíces en la oscuridad de la naturaleza humana; Celestina, de ordinario tan prudente, se deja cegar por la avaricia, sin pararse a efectuar una estimación de las consecuencias. Pármeno, de fiel criado de Calisto, pasa a aliado de Celestina. En una palabra, no hay papeles, sino individuos con sensibilidad de desollado vivo. Y ello es absolutamente extraordinario en la literatura de la época.
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