La mágica y eterna historia CENICIENTA contada en rimas para deleite de los chicos!
Las hermosas ilustraciones se podrán encontrar en el interior del libro. ¡Disfrute de la lectura!
En un reino muy lejano vivía una niña muy linda
“Ella” se llamaba y por todos era muy querida.
Años atrás su padre había perdido a su esposa;
y creyó que Ella necesitaría una madre amorosa.
Él se casó con una mujer que dos hijas tenía;
pero murió y su madrastra reveló lo que escondía.
La madrastra resultó egoísta, vanidosa y cruel;
solamente con sus hijas ella era preocupada y fiel.
Llamada Cenicienta en la sirvienta se convirtió;
Volver a ser feliz como antes fue lo que pidió.
Un día un mensajero entregó una carta importante.
En un baile cualquier dama podía estar presente.
El baile era organizado por el príncipe del reino;
quien necesitaba pedir a una dama su mano.
Las hermanastras muy emocionadas estaban;
para conocer al príncipe con afán se preparaban.
Le exigían a Cenicienta hacer esto y aquello;
remendar sus vestidos y peinarles el cabello.
Cenicienta se moría de ganas de también asistir;
pero no sabía dónde un vestido podría conseguir.
“Te dejamos todo en desorden para que lo limpies,
un lindo vestido es imposible que encuentres.”
Cenicienta lloró una vez que ellas se marcharon;
Sin vestido no iría al baile y sola la dejaron.
De repente una luz brilló enfrente de sus ojos;
su hada madrina escuchó atentamente sus llantos.
“No llores Cenicienta. Estoy aquí para ayudarte;
este maravilloso baile no habrás de perderte”.
Te daremos en este instante algo que vestir,
para que tu también al baile puedas asistir”
Un hermoso vestido tan bello como lo era ella;
y zapatillas de cristal dignas de una doncella.
Ahora tenía también un carruaje muy hermoso;
para Cenicienta fue un acto muy bondadoso.
“Antes de media noche debes sin falta marcharte;
recuerda entonces que tienes que apresurarte.
“Este encanto que te di por siempre no durará;
sé que eres lista y nuestro plan funcionará.”
Una vez que Cenicienta estuvo en el baile,
todos pensaron que ella era la más adorable.
El príncipe enseguida se le acercó para bailar;
un maravilloso romance estaba por comenzar.
Las hermanastras se pusieron muy, muy celosas;
¿Quién será? Se preguntaban unas a otras.
Sin avisar la medianoche comenzó a sonar;
y por eso Cenicienta se tuvo que apresurar.
“¡Por favor, espera!” el príncipe le gritó,
sin embargo no esperó pues el tiempo se agotó.
Pero dejó una zapatilla que él logró recuperar;
el príncipe la usaría para poderla encontrar.
Él y sus soldados tocaron cada puerta con apuro;
pero parecía que encontrarla no era nada seguro.
El príncipe tocó en una puerta más finalmente;
Estaba cansado y pensaba que ya era suficiente.
Las hermanas quisieron la zapatilla de cristal;
El príncipe pensó que no tendría un buen final.
Otra dama llegó mientras las hermanas peleaban;
justo cuando pensaba que sus chances se agotaban.
Cenicienta mostró la zapatilla que ella conservó;
sus hermanas lloraron cuando el príncipe la llevó.
A su madrastra y a sus hermanastras abandonó;
estaban furiosas porque Cenicienta las dejó.
Cenicienta sus días de alegría nuevamente llenó;
Y con su amado príncipe feliz por siempre vivió.
Y LA MORALEJA DE ESTE CUENTO ES
Cuando esperas a que te sucedan cosas buenas, tienes que ser paciente sin quejarte. Recuerda, no vas a obtener todo lo que quieres de una vez; a veces tampoco vas a obtener todo lo que quieres del todo. Y cuando no obtienes lo que quieres, no significa que te tienes que dar por vencido, ¡solo significa que mejores cosas están en camino!
¡Descargue ya su libro!
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En un reino muy lejano vivía una niña muy linda
“Ella” se llamaba y por todos era muy querida.
Años atrás su padre había perdido a su esposa;
y creyó que Ella necesitaría una madre amorosa.
Él se casó con una mujer que dos hijas tenía;
pero murió y su madrastra reveló lo que escondía.
La madrastra resultó egoísta, vanidosa y cruel;
solamente con sus hijas ella era preocupada y fiel.
Llamada Cenicienta en la sirvienta se convirtió;
Volver a ser feliz como antes fue lo que pidió.
Un día un mensajero entregó una carta importante.
En un baile cualquier dama podía estar presente.
El baile era organizado por el príncipe del reino;
quien necesitaba pedir a una dama su mano.
Las hermanastras muy emocionadas estaban;
para conocer al príncipe con afán se preparaban.
Le exigían a Cenicienta hacer esto y aquello;
remendar sus vestidos y peinarles el cabello.
Cenicienta se moría de ganas de también asistir;
pero no sabía dónde un vestido podría conseguir.
“Te dejamos todo en desorden para que lo limpies,
un lindo vestido es imposible que encuentres.”
Cenicienta lloró una vez que ellas se marcharon;
Sin vestido no iría al baile y sola la dejaron.
De repente una luz brilló enfrente de sus ojos;
su hada madrina escuchó atentamente sus llantos.
“No llores Cenicienta. Estoy aquí para ayudarte;
este maravilloso baile no habrás de perderte”.
Te daremos en este instante algo que vestir,
para que tu también al baile puedas asistir”
Un hermoso vestido tan bello como lo era ella;
y zapatillas de cristal dignas de una doncella.
Ahora tenía también un carruaje muy hermoso;
para Cenicienta fue un acto muy bondadoso.
“Antes de media noche debes sin falta marcharte;
recuerda entonces que tienes que apresurarte.
“Este encanto que te di por siempre no durará;
sé que eres lista y nuestro plan funcionará.”
Una vez que Cenicienta estuvo en el baile,
todos pensaron que ella era la más adorable.
El príncipe enseguida se le acercó para bailar;
un maravilloso romance estaba por comenzar.
Las hermanastras se pusieron muy, muy celosas;
¿Quién será? Se preguntaban unas a otras.
Sin avisar la medianoche comenzó a sonar;
y por eso Cenicienta se tuvo que apresurar.
“¡Por favor, espera!” el príncipe le gritó,
sin embargo no esperó pues el tiempo se agotó.
Pero dejó una zapatilla que él logró recuperar;
el príncipe la usaría para poderla encontrar.
Él y sus soldados tocaron cada puerta con apuro;
pero parecía que encontrarla no era nada seguro.
El príncipe tocó en una puerta más finalmente;
Estaba cansado y pensaba que ya era suficiente.
Las hermanas quisieron la zapatilla de cristal;
El príncipe pensó que no tendría un buen final.
Otra dama llegó mientras las hermanas peleaban;
justo cuando pensaba que sus chances se agotaban.
Cenicienta mostró la zapatilla que ella conservó;
sus hermanas lloraron cuando el príncipe la llevó.
A su madrastra y a sus hermanastras abandonó;
estaban furiosas porque Cenicienta las dejó.
Cenicienta sus días de alegría nuevamente llenó;
Y con su amado príncipe feliz por siempre vivió.
Y LA MORALEJA DE ESTE CUENTO ES
Cuando esperas a que te sucedan cosas buenas, tienes que ser paciente sin quejarte. Recuerda, no vas a obtener todo lo que quieres de una vez; a veces tampoco vas a obtener todo lo que quieres del todo. Y cuando no obtienes lo que quieres, no significa que te tienes que dar por vencido, ¡solo significa que mejores cosas están en camino!
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