La ciudad de la luna está ambientada en Calataid, ciudad amurallada al sur de Argelia entre 1955 y 1992. Esta ciudad, rodeada por el desierto del Sahara, probablemente fundada por un cuerpo perdido del ejército español después de la Reconquista ibérica, posee la particularidad de estar habitada casi exclusivamente por blancos europeos, en su mayoría cristianos, recluidos a un rincón silencioso y desconocido después de la independencia de Argel en 1962. Para sobrevivir, Calataid pretende cortar los vínculos físicos y culturales con el mundo exterior, especialmente con el tren que llega hasta ella una vez al mes. Uno de sus protagonistas y narradores es el hijo-monstruo de un médico argentino que ve desde su soledad la realidad de una sociedad que se considera perfecta, reserva moral del mundo en corrupción.
Parte de la narración experimenta con las perspectivas del cubismo, de forma que en una misma frase pueden confluir diferentes narradores con la intención de acentuar el carácter protagónico de la ciudad-sociedad como protagonista.
Calataid es una síntesis metafórica de la crueldad sectaria semejante a la sociedad Taliban (el protagonista es condenado a ajusticiar a su hermana en la plaza pública) y el orgulloso conservadurismo de una potencia mundial (el moralismo religioso oprime la diversidad de fondo que existe en la ciudad bajo la presunción de una sociedad libre y democrática). A pesar de los evidentes rasgos de decadencia, ética, económica y urbanística, Calataid se resiste a cualquier cambio hasta que sucumbe a una marea de arena que vence la resistencia de sus gruesas murallas.
Parte de la narración experimenta con las perspectivas del cubismo, de forma que en una misma frase pueden confluir diferentes narradores con la intención de acentuar el carácter protagónico de la ciudad-sociedad como protagonista.
Calataid es una síntesis metafórica de la crueldad sectaria semejante a la sociedad Taliban (el protagonista es condenado a ajusticiar a su hermana en la plaza pública) y el orgulloso conservadurismo de una potencia mundial (el moralismo religioso oprime la diversidad de fondo que existe en la ciudad bajo la presunción de una sociedad libre y democrática). A pesar de los evidentes rasgos de decadencia, ética, económica y urbanística, Calataid se resiste a cualquier cambio hasta que sucumbe a una marea de arena que vence la resistencia de sus gruesas murallas.