El autor nos sorprende con una colección de relatos extraños y sugerentes. Cierra el volumen una novela corta y negra: Paisajes de ceniza. En estos relatos oscuros nos encontramos tiernos personajes surrealistas, pero también suicidas, asesinos que no saben que lo son. Historias de individuos cuya percepción de lo que llamamos realidad ha mudado por otra más interesante a la literatura, pero no por eso menos cierta. En la mayoría de ellos: atemporalidad y desubicación, eso es lo primero que se nos ocurre, pero quizá sea el presente más absoluto con escenarios que bien pudieran estar en N. York, en Madrid o en Buenos Aires. Los fantasmas narrados son los fantasmas de una sociedad a veces cansada de representarse a sí misma, otras veces cansada de acumular tanta basura subterránea. La postmodernidad es negra, ¿qué otra cosa cabe dada la situación? Se ha dicho de este libro que algunos relatos refieren con claridad ambientes de una sociedad cyberpunk, pero con independencia de eso nos muestra la sociedad actual desde otra posición donde relucen con más intensidad las miserias, a veces tratadas con sentido del humor.
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