Eiros.— ¿Por qué me llamas Eiros?
Charmion.— Así te llamarás desde ahora y para siempre. A tu vez, debes olvidar mi nombre terreno y llamarme Charmion.
Eiros.— ¡Esto no es un sueño!
Charmion.— Ya no hay sueños entre nosotros; pero dejemos para después estos misterios. Me alegro de verte dueño de tu razón, y tal como si estuvieras vivo.
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