Concepción Arenal, una de las mujeres más sobresalientes del siglo XIX, nació en El
Ferrol en el año 1820; su padre, Ángel José Aniceto del Arenal y de la Cuesta, era de
Armaño, de la casona solariega del Arenal, y su madre, Concepción Ponte, gallega.
Debido a la muerte de su padre, encarcelado a causa de sus ideas liberales, Concepción
viaja con su madre y sus dos hermanas a Armaño, a la edad de nueve años. Comienza a
tomar contacto con el paisaje de Liébana y los Picos de Europa, lo que será decisivo para
su vocación como escritora, pues es en Armaño donde descubre, en los viejos baúles, el
mundo de los libros antiguos.
Desde 1829 a 1834 vive en Armaño y con dieciocho años expone a su madre la idea de
ingresar en la Universidad, a la que asiste en Madrid, disfrazada de muchacho, ya que de
lo contrario no era admitida, entre los años 1841 y 1845. Se casa y la muerte de uno de
sus hijos y de su esposo será causa de duros momentos para la escritora. Vuelve a
Liébana, donde vive en la casa de Potes del violinista Jesús de Monasterio, y comienza a
escribir sus grandes obras, entre ellas "La Beneficencia", "La Filantropía y la Caridad" y
"El visitador del pobre". Es nombrada Visitadora de Prisiones y escribe "Carta a los
delincuentes" y "Cartas a un obrero". Vive en Gijón cuatro años, desde 1875,
concluyendo su obra, "Estudios Penitenciarios". Continúa dirigiendo el periódico "La voz
de la caridad", ocupándose de instituciones benéficas.
Ferrol en el año 1820; su padre, Ángel José Aniceto del Arenal y de la Cuesta, era de
Armaño, de la casona solariega del Arenal, y su madre, Concepción Ponte, gallega.
Debido a la muerte de su padre, encarcelado a causa de sus ideas liberales, Concepción
viaja con su madre y sus dos hermanas a Armaño, a la edad de nueve años. Comienza a
tomar contacto con el paisaje de Liébana y los Picos de Europa, lo que será decisivo para
su vocación como escritora, pues es en Armaño donde descubre, en los viejos baúles, el
mundo de los libros antiguos.
Desde 1829 a 1834 vive en Armaño y con dieciocho años expone a su madre la idea de
ingresar en la Universidad, a la que asiste en Madrid, disfrazada de muchacho, ya que de
lo contrario no era admitida, entre los años 1841 y 1845. Se casa y la muerte de uno de
sus hijos y de su esposo será causa de duros momentos para la escritora. Vuelve a
Liébana, donde vive en la casa de Potes del violinista Jesús de Monasterio, y comienza a
escribir sus grandes obras, entre ellas "La Beneficencia", "La Filantropía y la Caridad" y
"El visitador del pobre". Es nombrada Visitadora de Prisiones y escribe "Carta a los
delincuentes" y "Cartas a un obrero". Vive en Gijón cuatro años, desde 1875,
concluyendo su obra, "Estudios Penitenciarios". Continúa dirigiendo el periódico "La voz
de la caridad", ocupándose de instituciones benéficas.