Un asesinato, un escenario tan inverosímil como un avión y un conflicto internacional son el comienzo de una historia donde nada es lo que parece y nadie parece estar a salvo de sospechas.
Pablo Morles es el nuevo Hercules Poirot. El gigantesco Airbus es el nuevo Orient Express y todos los personajes de “La dama del avión” los sospechosos de un crimen que va adquiriendo envergadura a medida que se van leyendo sus páginas.
Y es que si algo nos han enseñado los libros y las series policíacas es que los homicidios nunca son lo que aparentan pero es la forma de contarlo y de resolverlo el que distingue a unos de otros. El formato que ha elegido nuestro autor para “La dama del avión” es el humorístico. Ciertamente hay mucho de tragedia en las acciones que se van sucediendo, pero es imposible no querer involucrarse en la historia al ver el tratamiento que a ésta se le da.
Su estilo, ligeramente excéntrico como Eduardo Mendoza, revela personajes que sostienen locas conversaciones.
Los asesinatos no se resuelven a base de largas descripciones y el autor huye de las mismas para zambullirse de lleno en el estilo de la novela negra clásica ofreciéndonos personalidades descritas a través de detalladas conversaciones y un desarrollo de la trama fluido y dinámico basado en los diálogos.
Al igual que los grandes autores de siempre, Miguel Ángel Itriago intenta que resolvamos por nosotros mismos los acertijos, teniendo que estar para ello muy atentos a las conversaciones. Su estilo, ligeramente excéntrico cual Eduardo Mendoza, revela personajes que sostienen locas conversaciones y a los que hay que amoldarse para seguir la trama. Para ello, ayuda el hecho de que Allan Rushmore, discreto, elegante y poseedor de un complejo léxico, sea el contrapunto del detective Pablo Morles, amante del humor absurdo, el chascarrillo fácil y la conversación enrevesada.
Una de las características más notables de la novela es que está concebida para ser una obra de teatro. Rara vez encontraremos que una novela de este estilo esté tan preparada para ello, equiparándose su estilo al de Jorge Llopis en obras como “Enriqueta sí, Enriqueta no” en las cuales la comedia se mezcla con el género policíaco, ya no por medio de la trama, sino por los caracteres de los personajes, sin por ello llegar a la sátira.
Una obra ligera, entretenida, con pocos personajes y escenarios y que va hilando e hilando la trama para al final crear la expectación pertinente que nos hará disfrutar de un desenlace tan perturbador como original.
Reseña escrita en junio de 2016 por Susana Rossignoli, de la conocida organización cultural española Universo la Maga.
Pablo Morles es el nuevo Hercules Poirot. El gigantesco Airbus es el nuevo Orient Express y todos los personajes de “La dama del avión” los sospechosos de un crimen que va adquiriendo envergadura a medida que se van leyendo sus páginas.
Y es que si algo nos han enseñado los libros y las series policíacas es que los homicidios nunca son lo que aparentan pero es la forma de contarlo y de resolverlo el que distingue a unos de otros. El formato que ha elegido nuestro autor para “La dama del avión” es el humorístico. Ciertamente hay mucho de tragedia en las acciones que se van sucediendo, pero es imposible no querer involucrarse en la historia al ver el tratamiento que a ésta se le da.
Su estilo, ligeramente excéntrico como Eduardo Mendoza, revela personajes que sostienen locas conversaciones.
Los asesinatos no se resuelven a base de largas descripciones y el autor huye de las mismas para zambullirse de lleno en el estilo de la novela negra clásica ofreciéndonos personalidades descritas a través de detalladas conversaciones y un desarrollo de la trama fluido y dinámico basado en los diálogos.
Al igual que los grandes autores de siempre, Miguel Ángel Itriago intenta que resolvamos por nosotros mismos los acertijos, teniendo que estar para ello muy atentos a las conversaciones. Su estilo, ligeramente excéntrico cual Eduardo Mendoza, revela personajes que sostienen locas conversaciones y a los que hay que amoldarse para seguir la trama. Para ello, ayuda el hecho de que Allan Rushmore, discreto, elegante y poseedor de un complejo léxico, sea el contrapunto del detective Pablo Morles, amante del humor absurdo, el chascarrillo fácil y la conversación enrevesada.
Una de las características más notables de la novela es que está concebida para ser una obra de teatro. Rara vez encontraremos que una novela de este estilo esté tan preparada para ello, equiparándose su estilo al de Jorge Llopis en obras como “Enriqueta sí, Enriqueta no” en las cuales la comedia se mezcla con el género policíaco, ya no por medio de la trama, sino por los caracteres de los personajes, sin por ello llegar a la sátira.
Una obra ligera, entretenida, con pocos personajes y escenarios y que va hilando e hilando la trama para al final crear la expectación pertinente que nos hará disfrutar de un desenlace tan perturbador como original.
Reseña escrita en junio de 2016 por Susana Rossignoli, de la conocida organización cultural española Universo la Maga.