En pocos años se ha producido un extraordinario incremento de las radiaciones provocadas por líneas eléctricas, transformadores, antenas de telefonía móvil, wifi, etc., que están presentes en prácticamente todo el planeta.
Todos, todos los días, todo el día, estamos sometidos a un inmenso campo de radiaciones en nuestras viviendas, en el lugar de trabajo, en las escuelas, geriátricos, hospitales, calles y parques.
Estamos expuestos constante e indiscriminadamente a radiaciones artificiales potencialmente peligrosas para nuestra salud, sin que exista actualmente ninguna clase de control sobre su emisión al medio ambiente, ni una legislación acorde a la gravedad del problema.
Estamos ante una enfermedad silenciada de gigantescas proporciones, una verdadera pandemia que se extiende inexorable y rápidamente por todo el planeta.
Todos, todos los días, todo el día, estamos sometidos a un inmenso campo de radiaciones en nuestras viviendas, en el lugar de trabajo, en las escuelas, geriátricos, hospitales, calles y parques.
Estamos expuestos constante e indiscriminadamente a radiaciones artificiales potencialmente peligrosas para nuestra salud, sin que exista actualmente ninguna clase de control sobre su emisión al medio ambiente, ni una legislación acorde a la gravedad del problema.
Estamos ante una enfermedad silenciada de gigantescas proporciones, una verdadera pandemia que se extiende inexorable y rápidamente por todo el planeta.