Dentro del horror de los campos de exterminio en los que desarrolla su oscura labor, nuestra protagonista descubre un trocito limpio de maldad en su corazón hacia los seres más inocentes y vulnerables del mundo: los niños. Esto la llevará a renegar incluso de su participación en tal injusticia. Un sexto sentido le hace presenciar un éxodo masivo de espíritus de las cuatro cámaras de gas que se fabricaron en aquel infierno llamado Birkenau. Su sorpresa crece al darse cuenta de qué está formada dicha evasión; todos los espíritus son niños. A partir de entonces, en su vida se suceden extrañas apariciones y visitas de seres que tratan de agradecerle un comportamiento hacia ellos fuera de lo establecido por el mando nazi. Incluso no le importa en cierto momento arriesgar su vida y la de su amado esposo por intentar salvar la vida de dos niños judíos.
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