Sencillez y humildad son las marcas que el cincel del Espíritu Santo deja en las almas amigas de Dios. Jesucristo se refirió a los pequeños lleno de alegría y agradeció al Padre que escondiera sus secretos a los sabios y se los revelara a ellos. Estas personas siembran a su paso las semillas de la verdad, la bondad y la belleza de Dios. Quienes tratamos con ellas descubrimos que queremos ser mejores despojándonos de todo lo que nos impide hacer el bien. Este libro nos ratifica en la verdad de que la fe es sencilla y lo hace recorriendo la vida de una mujer de nuestro tiempo, Jorja Perea García. Toda su vida, de una sencillez especial, está al alcance de las nuestras, mostrando cómo no es necesario estudiar mucho para amar de forma excelente a Dios y a todos los que nos rodean.
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