Una brillante y profunda exploración de la fractura del sistema político mexicano.
La transición democrática mexicana ha sufrido una grave herida a consecuencia de las elecciones presidenciales de 2006. La situación es peligrosa porque en México no se viven las peculiares divisiones políticas propias de una pluralidad democrática, sino las secuelas de una profunda fractura. Las dos grandes fuerzas que emergieron de aquellas elecciones no han logrado alcanzar un acuerdo razonable sobre el sistema político y la gobernabilidad. Esta fractura ha auspiciado que las fuerzas del antiguo régimen autoritario se presenten como una alternativa, por lo que ya plantearon un juego oportunista de "mediación" encaminado a ganar las elecciones de 2009.
La gran fractura política ha perjudicado enormemente a la izquierda. La profunda grieta se extiende por sus territorios y sufre una división interna que la ha desgarrado. Pero también la derecha ha sido afectada. La molesta piedra populista en el zapato del presidente Calderón le ha obstaculizado gobernar con eficacia. La confrontación ha alentado a las corrientes más conservadoras y ha estimulado las tendencias oportunistas que reproducen la nefasta cultura política del PRI. Por supuesto, la situación se agrava debido a la escabrosa recesión económica mundial y el narcotráfico.
Roger Bartra despliega una crítica lúcida e implacable, y hace de La fractura mexicana un libro de referencia necesario para discernir las actuales vertientes de la política en México.
La transición democrática mexicana ha sufrido una grave herida a consecuencia de las elecciones presidenciales de 2006. La situación es peligrosa porque en México no se viven las peculiares divisiones políticas propias de una pluralidad democrática, sino las secuelas de una profunda fractura. Las dos grandes fuerzas que emergieron de aquellas elecciones no han logrado alcanzar un acuerdo razonable sobre el sistema político y la gobernabilidad. Esta fractura ha auspiciado que las fuerzas del antiguo régimen autoritario se presenten como una alternativa, por lo que ya plantearon un juego oportunista de "mediación" encaminado a ganar las elecciones de 2009.
La gran fractura política ha perjudicado enormemente a la izquierda. La profunda grieta se extiende por sus territorios y sufre una división interna que la ha desgarrado. Pero también la derecha ha sido afectada. La molesta piedra populista en el zapato del presidente Calderón le ha obstaculizado gobernar con eficacia. La confrontación ha alentado a las corrientes más conservadoras y ha estimulado las tendencias oportunistas que reproducen la nefasta cultura política del PRI. Por supuesto, la situación se agrava debido a la escabrosa recesión económica mundial y el narcotráfico.
Roger Bartra despliega una crítica lúcida e implacable, y hace de La fractura mexicana un libro de referencia necesario para discernir las actuales vertientes de la política en México.