La siembra de vegetales comestibles en macetas o recipientes similares (lo cual implica, básicamente, no hacerlo en el suelo o tierra) es una actividad que, más que seguidores, genera verdaderos apasionados. Y razones para ello no le faltan: permite ahorrar dinero en las compras, asegura productos de procedencia fiable, viste de verde y otros colores el lugar de emplazamiento (pudiendo ser éste un patio, una terraza o hasta un balcón) y su ejecución tiene importantes efectos antiestrés. Tres factores son imprescindibles para lograr una buena huerta en maceta: agua en cantidad suficiente pero no excesiva, un sustrato rico en nutrientes y buena luz solar. De ellos y otras cuestiones sobre el tema trata este libro.
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