Niñas y niños crecen en un mundo cada vez más mercantilizado, pero, ¿debemos considerarlos como víctimas de un marketing manipulador o como participantes competentes en la cultura del consumo?
La infancia materialista se cuestiona gran parte del saber popular sobre los efectos de la publicidad y el marketing; refuta la idea de las niñas y niños como consumidores incompetentes y vulnerables, aunque de igual manera rechaza la imagen del consumo como expresión del poder y la autonomía de la infancia. Pretende, en cambio, discutir los términos en los que suele enmarcarse y entenderse la cuestión social del consumo en la infancia y, con ello, cuestionar cómo se experimentan la acción y la identidad humanas en nuestros días.
David BUCKINGHAM propone una idea del consumo infantil inmerso en las redes más generales de las relaciones sociales, y sostiene que, en las sociedades actuales, el consumo es tanto un terreno de limitación y control como de elección y creatividad. Estudiar el consumo supone fijarse no solo en la publicidad y el marketing, sino también en otras muchas formas de influir en el entorno de niños y niñas, en sus experiencias sociales y culturales, las fuerzas comerciales y las relaciones mercantiles. Tiene que ver con los juguetes y la ropa o la comida, pero también con muchos otros aspectos como los media, el ocio, la sexualidad y la educación. En último término, es obligado referirse a objetos y mercancías, así como a los significados y placeres sociales; de ahí que se hable de cultura consumista y no solo de consumo.
Con su perspicaz y hábil análisis, David BUCKINGHAM reformula de un modo muy satisfactorio cómo podemos comprender los debates públicos acerca de la infancia y el mundo comercial y forjar así nuevas respuestas a los cambios en curso de la vida económica, educativa y social.
La infancia materialista se cuestiona gran parte del saber popular sobre los efectos de la publicidad y el marketing; refuta la idea de las niñas y niños como consumidores incompetentes y vulnerables, aunque de igual manera rechaza la imagen del consumo como expresión del poder y la autonomía de la infancia. Pretende, en cambio, discutir los términos en los que suele enmarcarse y entenderse la cuestión social del consumo en la infancia y, con ello, cuestionar cómo se experimentan la acción y la identidad humanas en nuestros días.
David BUCKINGHAM propone una idea del consumo infantil inmerso en las redes más generales de las relaciones sociales, y sostiene que, en las sociedades actuales, el consumo es tanto un terreno de limitación y control como de elección y creatividad. Estudiar el consumo supone fijarse no solo en la publicidad y el marketing, sino también en otras muchas formas de influir en el entorno de niños y niñas, en sus experiencias sociales y culturales, las fuerzas comerciales y las relaciones mercantiles. Tiene que ver con los juguetes y la ropa o la comida, pero también con muchos otros aspectos como los media, el ocio, la sexualidad y la educación. En último término, es obligado referirse a objetos y mercancías, así como a los significados y placeres sociales; de ahí que se hable de cultura consumista y no solo de consumo.
Con su perspicaz y hábil análisis, David BUCKINGHAM reformula de un modo muy satisfactorio cómo podemos comprender los debates públicos acerca de la infancia y el mundo comercial y forjar así nuevas respuestas a los cambios en curso de la vida económica, educativa y social.