La idea de viajar a Sajalín, una remota y enorme isla en aguas del Pacífico, al norte de Japón, que albergaba en la época una colonia penitenciaria, y escribir «cien o doscientas páginas» sobre ella se le ocurrió a Chéjov a principios de la década de 1890. Pese a la oposición de su familia y su editor, él decía que de ese modo podría «saldar una deuda que he contraído con la medicina» y que le serviría de base para su tesis doctoral (que luego, una vez realizada, no sería aceptada). Pero al mismo tiempo estaba convencido de su profundo interés social: «A excepción de la Cayena en la actualidad y de lo que Australia era en el pasado, Sajalín es el único lugar donde se puede estudiar la colonización por parte de delincuentes». Al volver, escribiría: «Ahora sé muchas cosas, pero la impresión que me ha dejado el viaje es bastante penosa. Mientras estaba en Sajalín sólo sentía en mi interior un sabor amargo, como después de haber comido mantequilla rancia; ahora, en cambio, Sajalín se me aparece en el recuerdo como un verdadero infierno».
Consciente de que no podía competir con otros testimonios carcelarios, especialmente con las Memorias de la casa muerta de Dostoievski, que tanto admiraba, La isla de Sajalín es producto de una investigación más científica y ajena, y de una mirada severa pero no sesgada. El libro, que la censura expurgó y que no se publicó íntegro hasta 1895, puede considerarse el primer reportaje sobre un presidio, realizado con criterios modernos de objetividad. Nunca dedicó Chéjov tanto esfuerzo y tiempo a una obra suya, hoy ejemplar en la historia de la literatura.
Antón Pávlovich Chéjov nació en Taganrog, a orillas del mar de Azov, en el sur de Rusia, en 1860. Hijo de un modesto comerciante, antiguo siervo que había conseguido comprar su libertad, así como la de su mujer y sus hijos, hizo sus primeros estudios en su ciudad natal. En 1879 ingresó en la Facultad de Medicina de la Universidad de Moscú. Desde el primer curso empezó a publicar «cuadros humorísticos» en revistas, con los que conseguía mantener a toda su familia (su padre, endeudado, su madre y sus hermanos habían tenido que trasladarse con él a Moscú), y pocos años después ya era un escritor profesional reconocido.1888 fue un año clave en su carrera: publicó su novela corta La estepa (ALBA CLÁSICA núm. LIII, junto con En el barranco), escribió su primera obra teatral, Ivanov, y recibió el premio Pushkin.
En 1890 viajó a la isla de Sajalín, «con la intención de escribir un libro sobre nuestra colonia penal», que aparecería al año siguiente con el título de La isla de Sajalín. En 1896 estrenó La gaviota, su primer gran éxito en la escena, al que siguieron El tío Vania (1899), Tres hermanasEl jardín de los cerezos (1904).
Maestro del relato corto, algunas de sus obras más importantes se encuentran en ese género, en el que ha ejercido una influencia que aún hoy sigue vigente. Una extensa antología de sus Cuentos puede encontrarse en esta editorial (ALBA CLÁSICA MAIOR núm. XXI), así como dos selecciones a cargo de Piero Brunello, Sin trama y sin final: 99 consejos para escritores (ALBA CLÁSICA núm. LXVI) y Unos buenos zapatos y un cuaderno de apuntes: Cómo hacer un reportaje. Chéjov murió en Badenweiller en 1904.