La Administración de Justicia quedó gravemente zarandeada por la sublevación fascista y por el terror subsiguiente, tanto rojo como azul, aun cuando no pueda ser igualado ni nivelado. En el verano de 1936, por espacio de algunas semanas, la justicia de la República sin la fuerza se convirtió en impotente y, en sentido inverso, la fuerza sin la justicia en tiránica. El relato de este testigo directo, Galbe Loshuertos, fiscal republicano del Tribunal Supremo, muestra los intentos de encauzar la justicia por la difícil senda del respeto y la legalidad institucional en aquella coyuntura crítica, hasta reducir la secuela de asesinatos y el derramamiento de sangre, en definitiva los afanes de ejercer una justicia con rigor y garantías desde la lealtad a la República, procurando que nadie se tomase la justicia por su mano en momentos de extrema tensión. En el libro se ofrece un minisumario de la guerra en Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Ávila o Zaragoza, además de un recorrido por la intrahistoria de algunos frentes de guerra. Acabaría exiliado nuestro protagonista en Cuba, donde fue habitual jugador de ajedrez con el Che Guevara, además de quien contrató a Julián Grimau para varios artículos de opinión en La Habana.
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