“Al poco de cumplir los treinta años decidí suicidarme. Desprenderme de la vida, sí, pero no en la forma tradicional. No del modo en el que mucha gente lo hace, tirándose por una ventana, arrojándose a las vías de un tren o pegándose un tiro. No, no así. Muchos se han suicidado de esa forma y muchos han pensado en hacerlo. Pero ese modo a mí me pareció siempre una tontería. El suicidio es una cosa demasiado seria como para jugar con ella y como para usarla quitándose la vida de forma tan tosca e irreflexiva.”
Las líneas iniciales nos colocan dramáticamente ante la disyuntiva del protagonista: su vida, la ausencia de razones para vivirla, el impulso existencial agotado. De su mano, recorreremos con crudeza y cinismo sendas que conocemos pero que no queremos a veces afrontar. Narrada en dos planos simultáneos, la historia se desarrolla entre sus reflexiones y motivos y el eco que resuena en la noche de su conciencia con sonidos aparentemente incoherentes. ¿Qué ocurre a nuestro alrededor? ¿Sabemos quiénes somos y qué queremos en realidad?
Un recorrido entre la angustia, el desconsuelo y la esperanza por mundos cotidianos e imaginarios que nos conducen hasta el sorprendente desenlace.
Las líneas iniciales nos colocan dramáticamente ante la disyuntiva del protagonista: su vida, la ausencia de razones para vivirla, el impulso existencial agotado. De su mano, recorreremos con crudeza y cinismo sendas que conocemos pero que no queremos a veces afrontar. Narrada en dos planos simultáneos, la historia se desarrolla entre sus reflexiones y motivos y el eco que resuena en la noche de su conciencia con sonidos aparentemente incoherentes. ¿Qué ocurre a nuestro alrededor? ¿Sabemos quiénes somos y qué queremos en realidad?
Un recorrido entre la angustia, el desconsuelo y la esperanza por mundos cotidianos e imaginarios que nos conducen hasta el sorprendente desenlace.
