“Santo subito!”, “¡Santo ya!”, gritaban los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro durante los solemnes funerales de Juan Pablo II. Cuarenta y dos días después, el 13 de mayo de 2005, Benedicto xvi leyó el decreto que marcó el inicio del camino hacia su beatificación. Valentina Alazraki rememora este episodio en el Vaticano, doloroso para muchos, que representó despedirse del Papa Viajero que predicó el Evangelio en los cinco continentes y cuya memoria sigue presente en las miles de personas que atestiguaron su labor en el mundo. Por esa razón, y tomando como punto de partida el proceso de su causa de beatificación, Alazraki ha escrito un testimonio invaluable que revela detalles inéditos y retrata, como nunca antes, a Juan Pablo II, el Papa más cercano a México. Aquí está el recuento de la alegría, el dolor y la obra del hombre que permanecerá en nuestra memoria; en los corazones de los que le conocieron; en la fe de los que le siguieron y en la esperanza de los que aún ven en él a una roca, un guía y un protector. Su recuerdo estará presente en los millones de personas que vivieron sus enseñanzas y su amor por el Evangelio. Valentina Alazraki
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