«Al fondo, como si fuera la naos de un templo sagrado, se hallaba la máscara. A pesar de estar envuelta en una tenue neblina, su resplandor verde era como un faro que atraía las miradas. Estaba situada en una ménsula de piedra que a Nicole le recordó el pequeño oratorio en el que habían comenzado la aventura. Al verla, la mujer sintió que nada había más importante en el mundo que el hecho de hacerla suya, y se dio cuenta, sin necesidad de mirarlos, de que sus dos compañeros tenían el mismo pensamiento...»
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