«La obra de Daniel Woodrell ya es canónica en el sentido de que no cabe concebir la literatura norteamericana de los últimos veinte años sin él.» Dennis Lehane
«La voz del pequeño Shug es habitada por Woodrell con tanto arte que uno empieza a dudar de que haya un autor detrás del telón… Daniel Woodrell es como un moderno Mark Twain con manchas de tabaco esparcidas sin vergüenza por todo su traje blanco. Es posible también que sea el mejor novelista norteamericano de hoy» George Pelecanos, GQ
«La trama, sórdida en abstracto, es transformada por Woodrell y su humor negro, y por su encarnación de la voz de Shug, mitad Huck Finn, mitad Holden Caulfield». Bharat Tandon, Times Literary Supplement
Shug Atkins tiene trece años y vive en una casa junto a un cementerio. Su comida favorita son los huevos fritos con pan. Su padre, que quizá no lo sea, lo mira con «esa mirada suya que me amenazaba con una muerte rápida que se hace eterna»; y, aunque es obvio que lo detesta, se sirve de él para entrar en casas de médicos y enfermos y robar barbitúricos. Glenda, la madre, es una belleza que ha conocido mejores días y cuya sabiduría se concreta en consejos como «Shug, la gente que ha estado en la cárcel no puede ni ver a los chivatos». Un día irrumpe en la vida de estos tres seres un hombre amable, cortés, con un coche elegante. Despierta sueños dormidos, aviva pasiones prohibidas.
La muerte del pequeño Shug es un implacable relato sobre la pérdida de la inocencia y la perversión del concepto de familia, en el que Daniel Woodrell demuestra una vez más, como en Los huesos del invierno, su dominio narrativo y su sensibilidad para ahondar en los límites de la novela negra.