Es una novela que tiene que leerse entera. Tiene un ritmo constante y creciente que empuja hasta el desenlace. No tiene capítulos ni estructuras que rompan la concentración lectora porque el autor crea una corriente llena de pequeños detalles que construyen un personaje que me recuerda, desde el punto de vista psicológico y emocional, a Jean-Baptiste Grenouille, en El Perfume de Patrick Suskind.
Existen muchas novelas policíacas, pero esta te aportará una nueva visión del asesino y el asesinato. ¡Tienes que leerla!
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