¿Qué verdad promete una novela en la que todo es falso? Nadie se llama como dice llamarse, nada es dicho por completo, sino todo es a medias. El escritor que narra confiesa enseguida:
Ya ven, entonces, quién está hablando: un hombre que enfrenta una vida inesperada con un nombre falso, para intentar escribir un libro que, de haber existido, habría firmado con un seudónimo.
Por lo pronto, la novela promete una trama que no deja casi nada afuera: nazis que se confabulan para no perder poder incluso después de la guerra, que conforman una organización multinacional que se financia con actividades legítimas obtenidas de forma ilegítima, un ejemplar de la Ilíada que perteneció a Casanova, la escritura de un libro, una mujer fatal, una persecución doble por Europa, un legado que puede poner en jaque a esa organización que ha sobrevivido como un fantasma al paso del tiempo.
Escrita con inteligencia y humor, con giros inesperados, con la fachada de la novela de espías, La novela verdadera promete la verdad de la búsqueda: la de buscar al padre, la de buscar el pasado, la propia génesis, pero también la de la escritura, la de las influencias literarias. Como si realidad y narración se superpusieran en un rompecabezas al que las piezas le sobran.
Javier Chiabrando ha escrito en La novela verdadera –finalista del premio Emecé 2011– una historia impecable, atrapante, llena de guiños y de una comicidad grotesca, que trasciende la frontera de un género porque la verdad del texto es, simplemente, la literatura.
Ya ven, entonces, quién está hablando: un hombre que enfrenta una vida inesperada con un nombre falso, para intentar escribir un libro que, de haber existido, habría firmado con un seudónimo.
Por lo pronto, la novela promete una trama que no deja casi nada afuera: nazis que se confabulan para no perder poder incluso después de la guerra, que conforman una organización multinacional que se financia con actividades legítimas obtenidas de forma ilegítima, un ejemplar de la Ilíada que perteneció a Casanova, la escritura de un libro, una mujer fatal, una persecución doble por Europa, un legado que puede poner en jaque a esa organización que ha sobrevivido como un fantasma al paso del tiempo.
Escrita con inteligencia y humor, con giros inesperados, con la fachada de la novela de espías, La novela verdadera promete la verdad de la búsqueda: la de buscar al padre, la de buscar el pasado, la propia génesis, pero también la de la escritura, la de las influencias literarias. Como si realidad y narración se superpusieran en un rompecabezas al que las piezas le sobran.
Javier Chiabrando ha escrito en La novela verdadera –finalista del premio Emecé 2011– una historia impecable, atrapante, llena de guiños y de una comicidad grotesca, que trasciende la frontera de un género porque la verdad del texto es, simplemente, la literatura.