Esta Segunda parte de La Pícara Justina, deliciosamente apócrifa, que nos traen 400 años después los, a su manera, también pícaros, Torres y González, nos devuelve a la picaresca más genuina, la de los engaños, las bufonerías, las andanzas, y sobre todo la de la diversión y el buen humor. Justina, después de sus aventuras contadas en el primer Tomo, vuelve a sus andanzas picariles para recorrer de nuevo las tierras de España -pero también de América y Flandes- con sus engaños y buen humor, a fingirse Celestina, y a serlo también a su manera, a regentar una venta de mal vivir, y a destapar igualmente los engaños de otros que, sin parecer pícaros, lo son, a ejercer de bruja en Brujas, a formar parte de otro patio de Monipodio, y a divertir siempre con sus truhanerías, bromas y ocurrencias. No faltan los cuentecillos intercalados al modo del Quijote, como descanso de las andanzas, ni los guiños a la novela picaresca y en general a la literatura de los siglos de oro, a sus personajes y descendientes; pero igualmente a quienes se han interesado por ella, que también asoman en estas páginas. Una novela picaresca genuina narrada por una Justina rediviva que sin la doctrina del Guzmán ni los enigmas de la primera Justina nos deleita con su prosa sencilla, sus aventuras y ocurrencias y nos muestra que el género picaresco sigue muy vivo entre nosotros, pues aun hoy en cualquier esquina se esconde una Justina y tras de cualquier libro, una novela picaresca.
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