El escritor es siempre el «sospechoso», el exiliado por
excelencia. En el caso de Norman Manea esta definición
coincide plenamente con el contenido de su biografía
y de su obra. Deportado de niño a un campo de
concentración desde 1941 hasta el final de la Segunda
Guerra Mundial por su condición de judío, ya en la madurez
se expatrió de Rumania, su país nativo, para escapar
del régimen totalitario de Ceausescu. Su lenta e inexorable
aproximación a la literatura le ha permitido construirse
una identidad rica y poliédrica, con la vasta visión
del mundo propia de los exiliados.
En este libro de ensayos, Manea explora el lenguaje
y el pensamiento del escritor profundizando en temas
como el judaísmo europeo anterior al Holocausto,
la situación de la Europa del Este tras el hundimiento
del comunismo o la disidencia intelectual y la censura
en los regímenes totalitarios. Para ello se sirve de ejemplos
extraídos de la gran tradición literaria judía: nos sumerge
en las obras de Kafka (de donde procede el título: La quinta
imposibilidad, alusión a las cuatro imposibilidades de
escribir formuladas por Kafka); crea un diálogo imaginario
entre Paul Celan y Benjamin Fondane, que supone
un contrapunto a la «Conversación en la montaña»;
evoca su amistad con Saul Bellow y Philip Roth, los dos
máximos exponentes de la literatura judeo-norteamericana;
recupera la obra de un gran escritor rumano escasamente
conocido: Mihail Sebastian; y analiza y glosa la obras
de autores tan significativos como Sholem Aleijem, Bruno
Schulz, Giorgio Bassani, Aharon Appelfeld o Danilo Kiš.