Dios creó lo invisible y lo visible. Su creación tiene orden y propósito. De igual forma creó al ser humano para disfrutar de lo visible y lo invisible de manera normal. El mayor daño producido por la caída de Adán fue y sigue siendo, la pérdida de la "conciencia de espíritu". Un estado de inconsciencia de lo que verdaderamente somos. Esa pérdida nos privó de la naturalidad de lo invisible marginando nuestra relación con Dios. Afectó el equilibrio entre lo invisible y lo visible. Aunque ya Jesús restauró ese equilibrio, la gran mayoría de los nacidos de nuevo viven solo por la realidad visible. Eso ha limitado dramáticamente la manifestación plena de la obra de Cristo en sus vidas. Viven haciendo malabares con la fe, sin darse cuenta que somos parte de una realidad mayor. Estamos llamados a vivir en su realidad. Él nos creó para señorear sobre la tierra desde nuestro espíritu. Jesús vino para devolvernos a su realidad. Este libro le ayudará a conocer y entender cómo la pérdida de conciencia de espíritu nos sacó de “La Realidad de Dios”, y cómo volver a ella. Una enseñanza que transformará su vida para siempre…
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