La tercera aparición de Lucía Blázquez se configura en torno a su relación con el grupo de hombres que se establecen en torno a ella: su hijo Pablo, Manuel, su pareja, y su nuevo compañero Óscar Pons. Los asuntos de trabajo nuevos son muy rutinarios, casi de poca monta, y cada vez se hace más tangible que la subinspectora deberá dejar su puesto en la comisaría de La Latina para ejercer en la Brigada Provincial.
Lucía respira tranquila en este tiempo de sosiego, aunque las huellas de las muertes de Niño y el asesino de la pistola siguen indemnes en ella.
Hasta que reaparece el caso de un cadáver duramente maltratado cuando aún fue persona porque los terribles hechos son fuente de inspiración de una escritora de novela negra de éxito.
Lucía respira tranquila en este tiempo de sosiego, aunque las huellas de las muertes de Niño y el asesino de la pistola siguen indemnes en ella.
Hasta que reaparece el caso de un cadáver duramente maltratado cuando aún fue persona porque los terribles hechos son fuente de inspiración de una escritora de novela negra de éxito.