Me llamo Victoria y soy ludópata.
O mejor, si se me permite el palabro: me llamo Victoria y soy ludóputa.
Jugadora de casino y, porque jugadora, puta.
Y esto que sigue es mi historia.
La historia de una adicción al juego llevada al límite, la de una mujer joven y guapa, de buena familia “de provincias”, becaria en un estudio de arquitectura, nada proclive a ningún tipo de excesos, que tras una visita ocasional a un casino se siente atraída por el black-jack, dando comienzo un proceso imparable de adicción al juego, y que para financiar esta costosa afición llegará al punto de dejar su trabajo y ofrecer su cuerpo a los hombres, venderlo, hasta convertirse en una escort profesional. Desde su iniciación al juego y al sexo vendido hasta su “triunfo” en los dos ámbitos, cuando se creyó la reina de la noche. Y después...
A finales de la década de los ochenta del siglo XX en Madrid, paisajes al fondo de la historia de Victoria un gran casino de juego y los ambientes y usos de la prostitución de lujo.
O mejor, si se me permite el palabro: me llamo Victoria y soy ludóputa.
Jugadora de casino y, porque jugadora, puta.
Y esto que sigue es mi historia.
La historia de una adicción al juego llevada al límite, la de una mujer joven y guapa, de buena familia “de provincias”, becaria en un estudio de arquitectura, nada proclive a ningún tipo de excesos, que tras una visita ocasional a un casino se siente atraída por el black-jack, dando comienzo un proceso imparable de adicción al juego, y que para financiar esta costosa afición llegará al punto de dejar su trabajo y ofrecer su cuerpo a los hombres, venderlo, hasta convertirse en una escort profesional. Desde su iniciación al juego y al sexo vendido hasta su “triunfo” en los dos ámbitos, cuando se creyó la reina de la noche. Y después...
A finales de la década de los ochenta del siglo XX en Madrid, paisajes al fondo de la historia de Victoria un gran casino de juego y los ambientes y usos de la prostitución de lujo.