Conversación de Moisés con Steven (Fragmento)
- Cuando te veo me recuerdo a mí mismo – expresa Moisés. – Percibo la apatía dentro de ti. “La vida es una rutina, una compleja rutina sin salida” pensé en algún momento. Y es lo que tus ojos me indican. Tú perdiste un trabajo, yo perdí un palacio. Crees que perder es tu tradición. Tú crees haber perdido el propósito, yo creo que aún no los has encontrado. La vida no siempre es como la consideramos mi querido Steven. Crees estar en el agujero grande, yo creo que estás en el trampolín que te elevará más alto. Los fracasos duelen, pero la necesidad del crecimiento obliga a los fracasos a presentarse a la vida. De ellos aprendes, de ellos te alimentas. Cuando enfrentas uno de ellos esté añade expectativas a tu vida y te obliga a crecer si lo aprendes a ver con los ojos correctos. Tú estás enfrentando uno en este momento, el mismo que ha hecho que pierdas el rumbo, tu prioridad, a tu familia.
Tú Steven, tienes el instinto de protector. Por eso cuidaste a tu hijo cuando aprendió a manejar la bicicleta, por eso ibas a las obras teatrales, porque temías que sintiera tu desaprobación y tú lo protegías. Te casaste con tu esposa pensando en amarla y cuidarla siempre, llamabas constantemente del trabajo para asegurarte que estuviera bien. Ellos son tus motivos Steven y no puedes salirte de la vía. Darte por vencido no te llevará a ninguna solución. La apatía a vivir solo empeorará la situación. Murmurar encenderá la ira de Dios. Tienes que hacer a un lado esas barreras y escuchar al Dios que no has querido escuchar y al que no le has dedicado mucho tiempo para hablar.
- Steven estaba estupefacto. Cuando Moisés callaba no se escuchaba más que sus suspiros, su alma estaba desgarrada y sus pómulos estaban mojados por las múltiples lágrimas que caían rápidamente de sus ojos. Lágrimas de asombro y de reflexión.
- ¿Cómo puedo estar escuchando esto del gran Moisés?, esto es verdaderamente absurdo – expresa Steven para sus adentros y luego se decidió a hablar.
- ¡Vaya! Ahora sí que lo he visto todo. – Dice Steven maravillado. – Pude imaginar que me hablarías de tus grandes victorias y los triunfos que tuviste en tu vida, pero en mi mente era imposible la posibilidad de escuchar lo que me has comentado, es… - alargó la palabra – es, increíble.
- Por supuesto, no me sorprende tu admiración. Las personas viven imaginando fabulas sobre nosotros. Pero pocos toman en cuenta que fuimos completamente humanos – responde Moisés doblando un poco su cabeza hacia la izquierda y a la derecha como queriendo traquear su cuello.
- La mayoría de personas olvidan su propósito tras un fracaso, a lo que yo llamaría de mejor manera, una enseñanza – dice Moisés mirando fijamente a Steven – el fracaso no debe nublar la vista de tus objetivos. Tú prioridad es proteger a tu familia, y es lo que tienes que hacer. Fracasaste porque intentaste algo Steven. Solo el que nunca hace un intento en su vida no fracasa, pero tampoco llegan a lograr nada, no disfrutan de nada y se adaptan a vivir una vida rutinaria. Yo perdí el palacio, porque el Creador tenía algo mejor para mí, como lo tiene para ti y para todo aquel que fracasa. De ti depende el seguir adelante, escuchar la voz del Creador y reincorporarte en tu principal objetivo. La protección de tu familia.
No busques excusas como las busqué yo en un inicio, atrévete emprender para lo que fuiste creado por el Todopoderoso. Tienes un objetivo Steven, tienes una misión en esta vida, no debes ni puedes desenfocarte del mismo.
No dejes que tu situación actual se convierta en una realidad eterna, levántate y piensa en lo que te motiva, en lo que te da vida y vuelve a la vereda. No estás en esta vida para la murmuración ni para el eterno descontento. Los sinsabores que ahora experimentas un día los tendrás que expresar para brindarle un consejo al que este en tu zapatos mañana, pero solo lo podrás hacer si te levantas.
- Cuando te veo me recuerdo a mí mismo – expresa Moisés. – Percibo la apatía dentro de ti. “La vida es una rutina, una compleja rutina sin salida” pensé en algún momento. Y es lo que tus ojos me indican. Tú perdiste un trabajo, yo perdí un palacio. Crees que perder es tu tradición. Tú crees haber perdido el propósito, yo creo que aún no los has encontrado. La vida no siempre es como la consideramos mi querido Steven. Crees estar en el agujero grande, yo creo que estás en el trampolín que te elevará más alto. Los fracasos duelen, pero la necesidad del crecimiento obliga a los fracasos a presentarse a la vida. De ellos aprendes, de ellos te alimentas. Cuando enfrentas uno de ellos esté añade expectativas a tu vida y te obliga a crecer si lo aprendes a ver con los ojos correctos. Tú estás enfrentando uno en este momento, el mismo que ha hecho que pierdas el rumbo, tu prioridad, a tu familia.
Tú Steven, tienes el instinto de protector. Por eso cuidaste a tu hijo cuando aprendió a manejar la bicicleta, por eso ibas a las obras teatrales, porque temías que sintiera tu desaprobación y tú lo protegías. Te casaste con tu esposa pensando en amarla y cuidarla siempre, llamabas constantemente del trabajo para asegurarte que estuviera bien. Ellos son tus motivos Steven y no puedes salirte de la vía. Darte por vencido no te llevará a ninguna solución. La apatía a vivir solo empeorará la situación. Murmurar encenderá la ira de Dios. Tienes que hacer a un lado esas barreras y escuchar al Dios que no has querido escuchar y al que no le has dedicado mucho tiempo para hablar.
- Steven estaba estupefacto. Cuando Moisés callaba no se escuchaba más que sus suspiros, su alma estaba desgarrada y sus pómulos estaban mojados por las múltiples lágrimas que caían rápidamente de sus ojos. Lágrimas de asombro y de reflexión.
- ¿Cómo puedo estar escuchando esto del gran Moisés?, esto es verdaderamente absurdo – expresa Steven para sus adentros y luego se decidió a hablar.
- ¡Vaya! Ahora sí que lo he visto todo. – Dice Steven maravillado. – Pude imaginar que me hablarías de tus grandes victorias y los triunfos que tuviste en tu vida, pero en mi mente era imposible la posibilidad de escuchar lo que me has comentado, es… - alargó la palabra – es, increíble.
- Por supuesto, no me sorprende tu admiración. Las personas viven imaginando fabulas sobre nosotros. Pero pocos toman en cuenta que fuimos completamente humanos – responde Moisés doblando un poco su cabeza hacia la izquierda y a la derecha como queriendo traquear su cuello.
- La mayoría de personas olvidan su propósito tras un fracaso, a lo que yo llamaría de mejor manera, una enseñanza – dice Moisés mirando fijamente a Steven – el fracaso no debe nublar la vista de tus objetivos. Tú prioridad es proteger a tu familia, y es lo que tienes que hacer. Fracasaste porque intentaste algo Steven. Solo el que nunca hace un intento en su vida no fracasa, pero tampoco llegan a lograr nada, no disfrutan de nada y se adaptan a vivir una vida rutinaria. Yo perdí el palacio, porque el Creador tenía algo mejor para mí, como lo tiene para ti y para todo aquel que fracasa. De ti depende el seguir adelante, escuchar la voz del Creador y reincorporarte en tu principal objetivo. La protección de tu familia.
No busques excusas como las busqué yo en un inicio, atrévete emprender para lo que fuiste creado por el Todopoderoso. Tienes un objetivo Steven, tienes una misión en esta vida, no debes ni puedes desenfocarte del mismo.
No dejes que tu situación actual se convierta en una realidad eterna, levántate y piensa en lo que te motiva, en lo que te da vida y vuelve a la vereda. No estás en esta vida para la murmuración ni para el eterno descontento. Los sinsabores que ahora experimentas un día los tendrás que expresar para brindarle un consejo al que este en tu zapatos mañana, pero solo lo podrás hacer si te levantas.