Nueva inmersión en el Prisma Universo y sus infinitas Facetas, conceptos ideados por Antonio Santos, autor de las novelas publicadas Factoría Cinco, Recalibrados, Las graves planicies y La esclava de Marsoon.
En la secuela de El Ogro de Hierro volvemos a encontrar un relato lleno de acción, hechicería e ironía que cuida vivamente el estudio de los integrantes de la narración, escrita con pulso firme, directo y ameno que entusiasmará a los lectores del fantástico y el steampunk, sin ser del desagrado del resto de interesados en una fresca y trepidante historia de evasión.
El Nigromante describe cómo se consolida un holocausto total que amenaza el nuevo mundo que sustituye al humano, poblado por seres mágicos que se autodenominan, principalmente, Alfios y Elfios.
El vehemente dios de la Acracia Nhsvhs pretende arrasar esta gloriosa civilización que cabalga a lomos de la magia más fantabulosa y la profunda reflexión filosófica infértil. Si triunfa la Acracia, enemiga del Orden actualmente gobernante, la realidad se convulsionaría. Mutarían sus seres a Discordia, estado final de la materia y la mente, tan indescriptible como indeseable.
La incómoda alianza entre Joe Horseman, el último ser humano, y el único Alfio vivo, Aric Vjan Rdim, forjada en El Ogro de Hierro, se sustenta cuando, equipados para una fuerte contingencia bélica, Joe acompaña a bordo del cilindro Black Jack a Aric por este nuevo mundo. Siendo últimos de sus razas respectivas, se supone que formarán un sigul capaz de resistir, aun vencer, las protervas intenciones de Nhsvhs.
Joe descubre un mundo distinto y fascinante que concita su curiosidad científica, pese a la aversión inicial que le produce. Criaturas creídas por él imaginarias son comunes ahora, y aportan al entorno su grado de bondad o amenaza.
Reciben principalmente lo segundo. La Acracia ofrece a los seres mezquinos y débiles, codiciosos, algo mucho más seductor que seguir sirviendo al Orden, cuya recompensa es inefable.
Un enemigo que amenazará la alianza, destinada a fracasar pese al sortilegio que pueda poseer, es el Emperador Hechicero Irlec De Malebolgé, aconsejado por su sibilina hermana, Liana. Súbditos de Nhsvhs, sobre ellos éste ha derramado enorme cantidad de facultades místicas y poderes sobrenaturales.
Un pequeño reducto combate, por dignidad y ofensa moral, al regio vasallo de la Acracia, Irlec, y su dios, Nhsvhs. Thermhanlhon, brujo leal al Orden, interpretará la llegada de Joe y Aric como solución al exterminio.
Una gran batalla, final, desgarradora y decisiva, se atisba en el horizonte. Muy pocas esperanzas poseen los amenazados de poder girar a su favor la horrible situación.
«Espero —indica el autor—, en esta narración de fantasía y steampunk que me atrevo a definir como “spaguetty-sorcery”, caracterizada por las habituales ‘señas de identidad’ de mi distintiva prosa, tributar mi admiración por la obra de Lester Dent, Michael Moorcock y Stephen King. También, haber hecho un trabajo tan competente como el de mis novelas de ciencia ficción, encomiadas por muy favorables críticas y gozar del reconocimiento de ser finalistas de premios prestigiosos.»
En la secuela de El Ogro de Hierro volvemos a encontrar un relato lleno de acción, hechicería e ironía que cuida vivamente el estudio de los integrantes de la narración, escrita con pulso firme, directo y ameno que entusiasmará a los lectores del fantástico y el steampunk, sin ser del desagrado del resto de interesados en una fresca y trepidante historia de evasión.
El Nigromante describe cómo se consolida un holocausto total que amenaza el nuevo mundo que sustituye al humano, poblado por seres mágicos que se autodenominan, principalmente, Alfios y Elfios.
El vehemente dios de la Acracia Nhsvhs pretende arrasar esta gloriosa civilización que cabalga a lomos de la magia más fantabulosa y la profunda reflexión filosófica infértil. Si triunfa la Acracia, enemiga del Orden actualmente gobernante, la realidad se convulsionaría. Mutarían sus seres a Discordia, estado final de la materia y la mente, tan indescriptible como indeseable.
La incómoda alianza entre Joe Horseman, el último ser humano, y el único Alfio vivo, Aric Vjan Rdim, forjada en El Ogro de Hierro, se sustenta cuando, equipados para una fuerte contingencia bélica, Joe acompaña a bordo del cilindro Black Jack a Aric por este nuevo mundo. Siendo últimos de sus razas respectivas, se supone que formarán un sigul capaz de resistir, aun vencer, las protervas intenciones de Nhsvhs.
Joe descubre un mundo distinto y fascinante que concita su curiosidad científica, pese a la aversión inicial que le produce. Criaturas creídas por él imaginarias son comunes ahora, y aportan al entorno su grado de bondad o amenaza.
Reciben principalmente lo segundo. La Acracia ofrece a los seres mezquinos y débiles, codiciosos, algo mucho más seductor que seguir sirviendo al Orden, cuya recompensa es inefable.
Un enemigo que amenazará la alianza, destinada a fracasar pese al sortilegio que pueda poseer, es el Emperador Hechicero Irlec De Malebolgé, aconsejado por su sibilina hermana, Liana. Súbditos de Nhsvhs, sobre ellos éste ha derramado enorme cantidad de facultades místicas y poderes sobrenaturales.
Un pequeño reducto combate, por dignidad y ofensa moral, al regio vasallo de la Acracia, Irlec, y su dios, Nhsvhs. Thermhanlhon, brujo leal al Orden, interpretará la llegada de Joe y Aric como solución al exterminio.
Una gran batalla, final, desgarradora y decisiva, se atisba en el horizonte. Muy pocas esperanzas poseen los amenazados de poder girar a su favor la horrible situación.
«Espero —indica el autor—, en esta narración de fantasía y steampunk que me atrevo a definir como “spaguetty-sorcery”, caracterizada por las habituales ‘señas de identidad’ de mi distintiva prosa, tributar mi admiración por la obra de Lester Dent, Michael Moorcock y Stephen King. También, haber hecho un trabajo tan competente como el de mis novelas de ciencia ficción, encomiadas por muy favorables críticas y gozar del reconocimiento de ser finalistas de premios prestigiosos.»
