Don Miguel de Baraona, absolutista convencido, vive en Madrid con su nieta Jenara y el marido de ésta, el guerrillero Carlos Navarro. Cuando Navarro marcha a Treviño a resolver unos asuntos, Baraona y Jenara se trasladan a casa de Juan Bragas.
Salvador Monsalud ha regresado a España y se presenta a su viejo amigo Bragas; exige su mediación para liberar a su anciana madre, presa y torturada por la Inquisición en Logroño merced a las intrigas de Baraona y Navarro.
Bragas, que esperaba obtener un puesto en el Consejo, es postergado; Antonio Ugarte le recomienda unirse a los liberales para, llegado el momento, poder hacer negocios con ellos. Mientras, Jenara trabaja día y noche para dar con el paradero de Monsalud.
Es Salvador Monsalud quien presenta a Juan Bragas de Pipaón en una reunión de conspiradores liberales; el covachuelista, cambiando de casaca, improvisa un exitoso discurso liberal.
En enero de 1820 llega noticia de la sublevación de Rafael de Riego; aunque no tiene el éxito esperado, la llama revolucionaria se extiende y Fernando VII termina por jurar la Consititución y se publica el manifiesto que contiene la famosa frase: "Marchemos francamente, y yo el primero, por la senda constitucional". Pipaón recupera su posición de privilegio en la administración, siendo ahora los serviles los que caen en desgracia.
Baraona, herido durante los tumultos, es recogido y llevado a su casa por Monsalud; es apresado por Navarro, pero Jenara le libera desatando los celos del guerrillero.
Salvador Monsalud ha regresado a España y se presenta a su viejo amigo Bragas; exige su mediación para liberar a su anciana madre, presa y torturada por la Inquisición en Logroño merced a las intrigas de Baraona y Navarro.
Bragas, que esperaba obtener un puesto en el Consejo, es postergado; Antonio Ugarte le recomienda unirse a los liberales para, llegado el momento, poder hacer negocios con ellos. Mientras, Jenara trabaja día y noche para dar con el paradero de Monsalud.
Es Salvador Monsalud quien presenta a Juan Bragas de Pipaón en una reunión de conspiradores liberales; el covachuelista, cambiando de casaca, improvisa un exitoso discurso liberal.
En enero de 1820 llega noticia de la sublevación de Rafael de Riego; aunque no tiene el éxito esperado, la llama revolucionaria se extiende y Fernando VII termina por jurar la Consititución y se publica el manifiesto que contiene la famosa frase: "Marchemos francamente, y yo el primero, por la senda constitucional". Pipaón recupera su posición de privilegio en la administración, siendo ahora los serviles los que caen en desgracia.
Baraona, herido durante los tumultos, es recogido y llevado a su casa por Monsalud; es apresado por Navarro, pero Jenara le libera desatando los celos del guerrillero.