La gran novelista vuelve a generar entusiasmo desde el Modernismo con la tremenda novela La sirena negra (1908), escrita a casi a los sesenta años. Con escenas que parecen tomadas de los cuadros de Sorolla, esta novela profundamente espiritualista tiene la particularidad de introducirse -en primera persona- en la cabeza de un personaje masculino indolente y descreído, a quien el destino termina por darle una gran lección.
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