La presunción de culpabilidad recae sobre el inspector Mingo Adam, que de modo inesperado es acusado de un sanguinario crimen por los medios de comunicación, por sus compañeros de profesión, por políticos temerosos de ser tachados de corruptos y, muy especialmente, por sus seres más queridos.
La lucha de Mingo Adam por tratar de esclarecer a los demás, y en especial a sí mismo, las circunstancias que envolvieron el crimen por el que se le acusa, obstaculizarán notablemente su más reciente actuación policial, en la que trata de demostrar que una serie de homicidios y desapariciones, aparentemente aislados, han sido perpetrados por una misma mano asesina.
La lucha de Mingo Adam por tratar de esclarecer a los demás, y en especial a sí mismo, las circunstancias que envolvieron el crimen por el que se le acusa, obstaculizarán notablemente su más reciente actuación policial, en la que trata de demostrar que una serie de homicidios y desapariciones, aparentemente aislados, han sido perpetrados por una misma mano asesina.