Jhuno llega, desde el norte, desde los mares helados y las banquisas a un archipiélago donde se lleva gestando, durante varias centenas de años, una clase guerrera, la de los samuráis. Allí en la isla del norte, la denominada Hokkaidō, asignada a un jitō (alto oficial del imperio, predecesor de los señores feudales o daimyō), conoce al que se convertirá en su mejor amigo, Hayato.
Hayato, nacido en la isla santuario de Miyajima, predestinado a ser un guardián del Itsukushima-jinja (santuario de Itsukushima), como lo fue su padre, practica sus técnicas marciales en la escuela, como aprendiz de samurai, hasta convertirse en un virtuoso de la katana.
La fama de ser el mejor con la espada hace que tenga que enfrentarse a multitud de guerreros, por lo que huye de su tierra, y tras circunstancias le llevan a conocer a un extranjero en la isla del norte, donde, por aquel entonces, vagaba como rōnin.
Al reivindicarse ante su señor, de nuevo, es ordenado que lleve a su amigo extranjero, Jhuno, ante el shōgun, en Kamakura, la capital. El viaje hasta aquella ciudad, y el regreso, con el desenlace final, donde por orden del shikken, «la sombra del shōgun», han de enfrentarse el Gran Hayato, con su daishō (las espadas de la vida), contra el extranjero Jhuno, con «la espada negra», o la espada de la muerte, como Hayato la denominaba, desde que la empuñara un día.
Hayato, nacido en la isla santuario de Miyajima, predestinado a ser un guardián del Itsukushima-jinja (santuario de Itsukushima), como lo fue su padre, practica sus técnicas marciales en la escuela, como aprendiz de samurai, hasta convertirse en un virtuoso de la katana.
La fama de ser el mejor con la espada hace que tenga que enfrentarse a multitud de guerreros, por lo que huye de su tierra, y tras circunstancias le llevan a conocer a un extranjero en la isla del norte, donde, por aquel entonces, vagaba como rōnin.
Al reivindicarse ante su señor, de nuevo, es ordenado que lleve a su amigo extranjero, Jhuno, ante el shōgun, en Kamakura, la capital. El viaje hasta aquella ciudad, y el regreso, con el desenlace final, donde por orden del shikken, «la sombra del shōgun», han de enfrentarse el Gran Hayato, con su daishō (las espadas de la vida), contra el extranjero Jhuno, con «la espada negra», o la espada de la muerte, como Hayato la denominaba, desde que la empuñara un día.