La gran evolución del internet ha venido acompañada del nacimiento del cibercrimen, los ciberataques y la ciberguerra y el inicio de la ciberseguridad.
La falta de regulación legal internacional aplicable al ciberespacio, ha permitido el desarrollo acelerado de los hackers, que ya sea en forma individual o en grupos muy organizados, a veces contando con el auspicio de estados, compañías o instituciones, desarrollan un tipo diferente de crimen y de guerra. La ciberguerra plantea desafíos en los que nunca se había pensado antes. Una guerra que se libra en un mundo virtual donde los objetivos militares y civiles se entremezclan; el enemigo no tiene identidad y los soldados tienen un perfil completamente diferente a lo que el mundo nos tenía acostumbrado. Todo esto ha sido un componente fundamental de una nueva guerra en donde la característica fundamental es la tecnología.
Tecnologías impensables antes llevan la guerra a un nivel imaginado antes solo en escenarios propios de la ciencia ficción. Por ejemplo, el desarrollo de la tecnología de la invisibilidad, está rebasando lo inimaginable, llegando a desarrollar el camuflage óptico creando agujeros en el tiempo.
Imaginen Uds. que un grupo de terroristas vistiendo uniformes negros, tiene rehenes, y hay que efectuar disparos a ciegos, pues para eso se ha desarrollado una tecnología que permite olfatear los colores.
Y que sí necesitáramos saber que están diciendo un grupo de terroristas a los que no se les puede escuchar mediante micrófonos, pues la alternativa podría ser la lectura de sonidos pasivos contra objetos inanimados.
Y que de las técnicas de infiltración propiamente, como escuchar y verlo todo desde la primera fila, para eso existen hoy en día una amplia gama de robots, que se camuflan bajo las formas más ingeniosas, que les permitirían literalmente pasearse por las instalaciones de sus objetivos sin despertar la mínima sospecha.
¿Y qué de detectar el modus operandis de grupos específicos? Para esto los científicos han desarrollado programas basados en matemáticas muy avanzadas que tienen sus fundamentos en la Teoría de juegos y en la Minería de Datos, entre otras opciones.
Basándose en las matemáticas será posible develar conspiraciones puesto que en el análisis de las mismas será factible visualizar la factibilidad de que las personas involucradas, en función de su número, posibilite por, al menos un cierto tiempo, el secretismo de la operación.
De esta manera estamos entrando lentamente a la era de los Robocops, de los robots policías, los cuales comienzan a parecer el mundo. Esta nueva policía vendría acompañada de equipamiento sugeneris, puesto que tendría que enfrentar nuevas tecnologías como la de los drones, para esto han surgido armas novedosas como el DroneDefender, y soluciones ingeniosas como aprovechar a las águilas para derribar a los drones intrusos.
Por otro lado, los cuerpos policiales, comenzarán a usar drones armados, al comienzo con armas no letales: balas de goma, gas lacrimógeno y descargas eléctricas.
El anuncio generó polémica en ese país, sobre todo porque el concepto original del proyecto de ley apuntaba a prohibir el uso de cualquier tipo de armas en los cuadricópteros de la policía, y terminó autorizando las que se consideran no letales.
La tecnología de la identificación no se detiene, a los avances en ADN, a las bases de datos de huellas digitales y el software sofisticado que se utiliza con ellas, se suma la tecnología de las mediciones antropométricas para la cara y el cuerpo.
En el futuro los criminales podrán ser identificados visualmente con solo una muestra de ADN, los forenses del mañana podrían usar dicha información para componer un rostro 3D relativamente fidedigno basándose en una gota de sangre o un simple cabello.
El análisis de la conducta, tanto individual como masiva, llevaría a predecir el comportamiento de personas y/o grupos, y por tanto conducir a la captura y/o prevención de las acciones que estos ib
La falta de regulación legal internacional aplicable al ciberespacio, ha permitido el desarrollo acelerado de los hackers, que ya sea en forma individual o en grupos muy organizados, a veces contando con el auspicio de estados, compañías o instituciones, desarrollan un tipo diferente de crimen y de guerra. La ciberguerra plantea desafíos en los que nunca se había pensado antes. Una guerra que se libra en un mundo virtual donde los objetivos militares y civiles se entremezclan; el enemigo no tiene identidad y los soldados tienen un perfil completamente diferente a lo que el mundo nos tenía acostumbrado. Todo esto ha sido un componente fundamental de una nueva guerra en donde la característica fundamental es la tecnología.
Tecnologías impensables antes llevan la guerra a un nivel imaginado antes solo en escenarios propios de la ciencia ficción. Por ejemplo, el desarrollo de la tecnología de la invisibilidad, está rebasando lo inimaginable, llegando a desarrollar el camuflage óptico creando agujeros en el tiempo.
Imaginen Uds. que un grupo de terroristas vistiendo uniformes negros, tiene rehenes, y hay que efectuar disparos a ciegos, pues para eso se ha desarrollado una tecnología que permite olfatear los colores.
Y que sí necesitáramos saber que están diciendo un grupo de terroristas a los que no se les puede escuchar mediante micrófonos, pues la alternativa podría ser la lectura de sonidos pasivos contra objetos inanimados.
Y que de las técnicas de infiltración propiamente, como escuchar y verlo todo desde la primera fila, para eso existen hoy en día una amplia gama de robots, que se camuflan bajo las formas más ingeniosas, que les permitirían literalmente pasearse por las instalaciones de sus objetivos sin despertar la mínima sospecha.
¿Y qué de detectar el modus operandis de grupos específicos? Para esto los científicos han desarrollado programas basados en matemáticas muy avanzadas que tienen sus fundamentos en la Teoría de juegos y en la Minería de Datos, entre otras opciones.
Basándose en las matemáticas será posible develar conspiraciones puesto que en el análisis de las mismas será factible visualizar la factibilidad de que las personas involucradas, en función de su número, posibilite por, al menos un cierto tiempo, el secretismo de la operación.
De esta manera estamos entrando lentamente a la era de los Robocops, de los robots policías, los cuales comienzan a parecer el mundo. Esta nueva policía vendría acompañada de equipamiento sugeneris, puesto que tendría que enfrentar nuevas tecnologías como la de los drones, para esto han surgido armas novedosas como el DroneDefender, y soluciones ingeniosas como aprovechar a las águilas para derribar a los drones intrusos.
Por otro lado, los cuerpos policiales, comenzarán a usar drones armados, al comienzo con armas no letales: balas de goma, gas lacrimógeno y descargas eléctricas.
El anuncio generó polémica en ese país, sobre todo porque el concepto original del proyecto de ley apuntaba a prohibir el uso de cualquier tipo de armas en los cuadricópteros de la policía, y terminó autorizando las que se consideran no letales.
La tecnología de la identificación no se detiene, a los avances en ADN, a las bases de datos de huellas digitales y el software sofisticado que se utiliza con ellas, se suma la tecnología de las mediciones antropométricas para la cara y el cuerpo.
En el futuro los criminales podrán ser identificados visualmente con solo una muestra de ADN, los forenses del mañana podrían usar dicha información para componer un rostro 3D relativamente fidedigno basándose en una gota de sangre o un simple cabello.
El análisis de la conducta, tanto individual como masiva, llevaría a predecir el comportamiento de personas y/o grupos, y por tanto conducir a la captura y/o prevención de las acciones que estos ib