Parapetados tras su juventud eterna, alimentándose de la vida y la experiencia de otros, cualquier persona podría ser su próximo objetivo.
Viven en la sombra y desde allí dirigen el rumbo del mundo. No hay nación, pueblo ni gobierno, que les pueda imponer una condena, porque sencillamente no existen, podrían ser cualquier persona en cualquier parte y huir del castigo simplemente abandonándole a su suerte.
Se denominan a sí mismos “Transmigradores”, y ejercen entre los suyos una férrea vigilancia para mantener a salvo el secreto de su existencia.
Nadia espera como todos los días el autobús de línea que la deja frente a su instituto, pero esa mañana pierde el conocimiento y se despierta en un hospital, aunque no está exactamente donde debería, su cuerpo está tumbado sobre una cama y ella suspendida en una esquina del techo.
Viven en la sombra y desde allí dirigen el rumbo del mundo. No hay nación, pueblo ni gobierno, que les pueda imponer una condena, porque sencillamente no existen, podrían ser cualquier persona en cualquier parte y huir del castigo simplemente abandonándole a su suerte.
Se denominan a sí mismos “Transmigradores”, y ejercen entre los suyos una férrea vigilancia para mantener a salvo el secreto de su existencia.
Nadia espera como todos los días el autobús de línea que la deja frente a su instituto, pero esa mañana pierde el conocimiento y se despierta en un hospital, aunque no está exactamente donde debería, su cuerpo está tumbado sobre una cama y ella suspendida en una esquina del techo.