Dijo Paul Éluard «Hay otros mundos pero están en éste». Nosotros somos testigos de ese hecho cada día, sólo cuando sucede nos acordamos, pero siempre están. Vivimos en estos mundos: el que parece, el que percibimos, el que se esconde, el que existe, el que no y el que no debería. Vamos comprobando qué y quién es real, intentando averiguar qué está pasando, qué podemos hacer y cómo. Procuramos no perder el control, un control que sabemos que ni hemos tenido ni tendremos. El tiempo pasa mientras saltamos, caemos, respiramos, conocemos, sangramos... y las consecuencias sólo nos llevan a otro día. "La vida a escala" es un pequeño mapa de esos mundos. Una geografía de lo que se puede hacer y no, de los límites del cuerpo, de la voluntad, la sociedad, lo permitido y lo prohibido. Una realidad que tan pronto escapa como golpea con sus peores golpes: desaparecer, vivir, morir, la nada o lo absurdo. Algo tan grande que tiene que tomarse poco a poco, en pequeñas dosis, en relatos breves.
En este libro Julio César escribe mezclando géneros y visiones de una realidad inocente y cruel, con unos personajes que actúan en esos mundos que, como nosotros, no comprenden pero que asimilan por costumbre. Yacen sobre un suelo duro, sucio, neutro y casi nunca mágico. Un suelo que no juzga, pero que tampoco se preocupa por lo que pasa en él porque ya está acostumbrado a que todo suceda, incluso la nada. La vida a escala actúa igual, la mayoría de historias y personajes no son dulces o amargos, son una mezcla que cada lector sentirá diferente. Lo que uno nota es su sensibilidad, y es ella que deja ver el brillante sucio en cada sombra o el agujero negro en la luz. En cada cuento podemos descubrir las facetas extrañas, desagradables a veces, increíbles otras, de todas las realidades que no vemos. Momentos breves llenos de matices. Un dibujo simple que puede ser, que suele parecer, más de una cosa y ninguna al mismo tiempo.
En este libro Julio César escribe mezclando géneros y visiones de una realidad inocente y cruel, con unos personajes que actúan en esos mundos que, como nosotros, no comprenden pero que asimilan por costumbre. Yacen sobre un suelo duro, sucio, neutro y casi nunca mágico. Un suelo que no juzga, pero que tampoco se preocupa por lo que pasa en él porque ya está acostumbrado a que todo suceda, incluso la nada. La vida a escala actúa igual, la mayoría de historias y personajes no son dulces o amargos, son una mezcla que cada lector sentirá diferente. Lo que uno nota es su sensibilidad, y es ella que deja ver el brillante sucio en cada sombra o el agujero negro en la luz. En cada cuento podemos descubrir las facetas extrañas, desagradables a veces, increíbles otras, de todas las realidades que no vemos. Momentos breves llenos de matices. Un dibujo simple que puede ser, que suele parecer, más de una cosa y ninguna al mismo tiempo.