Hubo un tiempo en el que los reinos de la España se atrevieron a unir sus caminos. El nieto de los Reyes Católicos, Carlos, nacido allende nuestras fronteras, se convirtió en el Rey sucesor, despertando con su llegada el recelo de las gentes de esta tierra. En esa desconfianza se escondieron muchas ambiciones que temían perder sus privilegios y, ante ese temor, embaucaron a los humildes para salvaguardar sus exagerados derechos. En la lucha que provocaron se encontró Hernando de Alcántara, hombre del pueblo y orgulloso de su origen y, en los sueños que le despertaron, Ana de Utrecht, dama al servicio de la corte venida de Gante. El amor que les conquistó les llevó a enfrentarse con muchas dificultades que solo sus corazones supieron vencer. Humildad y sentimiento fueron capaces de derrotar al veneno de mayores ambiciones. Su historia quedó, como tantas, en el olvido; su voluntad, también.
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