La voz de El Shaday tiene como asunto central el sacrificio de Isaac. Concitando fuentes judías, cristianas y musulmanas se narra por qué Abraham es el padre de las tres religiones monoteístas. Pero es sobre todo la historia de una mujer, Sara, la esposa de Abraham.
"Sin duda la historia es monstruosa, inaudita, apenas pensable: un padre dispuesto a dar la muerte a su hijo bienamado, a su amor irremplazable, y esto porque el Otro, el gran Otro se lo pide o se lo ordena sin darle razón para ello; un padre infanticida que oculta a su hijo y a los suyos lo que va a hacer y sin saber por qué. ¡Qué crimen abominable, qué espantoso misterio (tremendum) a los ojos del amor, de la humanidad, de la familia, de la moral!" Jacques Derrida
La voz de El Shaday atiende a ese diálogo de Dios con el hombre elegido, preguntándose si Sara -la mujer que une al hombre con su Dios- tuvo algo que decir en tan terrible prueba.
"Lo primero que tuve que hacer fue encontrar una voz que pudiera velar tras la transparencia de su elementalidad la erudición y la retranca con la que se dicen las cosas. La encontré en los viejos midrás de los rabinos, y en las leyendas apócrifas medievales. De repente comprendí a tu querido Gonzalo de Berceo, que si necesitaba que Alejandro Magno entrara a oír misa a una catedral gótica, allí lo metía sin menoscabo de la verosimilitud de la historia (…) El reto era conseguir que la belleza de la escritura radicase en su desnudez, en su elementalidad. Que ninguna palabra fuera gratuita, que leer resultara como respirar aire fresco, y que al abrir el libro el lector se sintiera como en una alcoba que llevaba mucho tiempo cerrada y que de pronto se llenaba de luz, que pasar cada página fuera como abrir una nueva ventana". Abraham Abravanel
"Sin duda la historia es monstruosa, inaudita, apenas pensable: un padre dispuesto a dar la muerte a su hijo bienamado, a su amor irremplazable, y esto porque el Otro, el gran Otro se lo pide o se lo ordena sin darle razón para ello; un padre infanticida que oculta a su hijo y a los suyos lo que va a hacer y sin saber por qué. ¡Qué crimen abominable, qué espantoso misterio (tremendum) a los ojos del amor, de la humanidad, de la familia, de la moral!" Jacques Derrida
La voz de El Shaday atiende a ese diálogo de Dios con el hombre elegido, preguntándose si Sara -la mujer que une al hombre con su Dios- tuvo algo que decir en tan terrible prueba.
"Lo primero que tuve que hacer fue encontrar una voz que pudiera velar tras la transparencia de su elementalidad la erudición y la retranca con la que se dicen las cosas. La encontré en los viejos midrás de los rabinos, y en las leyendas apócrifas medievales. De repente comprendí a tu querido Gonzalo de Berceo, que si necesitaba que Alejandro Magno entrara a oír misa a una catedral gótica, allí lo metía sin menoscabo de la verosimilitud de la historia (…) El reto era conseguir que la belleza de la escritura radicase en su desnudez, en su elementalidad. Que ninguna palabra fuera gratuita, que leer resultara como respirar aire fresco, y que al abrir el libro el lector se sintiera como en una alcoba que llevaba mucho tiempo cerrada y que de pronto se llenaba de luz, que pasar cada página fuera como abrir una nueva ventana". Abraham Abravanel