Una obra que hace justicia a los olvidados de nuestra Historia.
«Casi todas las noches tocaban las sirenas. Barcelona era bombardeada. Mi madre nos vestía y bajábamos las escaleras, estábamos en el quinto piso. Una o dos veces nos llevó al metro, pero nunca a un refugio; nos dijo que un día presenció una bomba que cayó en la entrada de uno de ellos. Todo era muy difícil [...] Por fin, mi madre consiguió el pasaporte y pudimos subir al tren hacia Francia. En Cerbère fuimos acogidos con muchos otros por la Cruz Roja, que nos dio de comer. Recuerdo el sabor especial de la leche condensada y el baño que mi madre nos dio en la playa». Son palabras de Dalia Sanz, que tenía once años en 1939, cuando tuvo que marcharse a Francia como muchos otros exiliados españoles.
Aunque en los libros de Historia se suelen recoger los nombres de los protagonistas que se consideran relevantes, quienes verdaderamente hacen la historia son las gentes anónimas, combatientes que lucharon en el frente, mujeres, niños y ancianos que trataron de sobrevivir a los bombardeos y a la destrucción; los varios cientos de miles de personas de toda clase y condición que tuvieron que exiliarse.
Pensando en ellos, Alicia Alted ha escrito este libro y, mediante múltiples testimonios de experiencias individuales, ha conseguido hacer una historia integradora del exilio republicano de 1939 en la que se aúna el análisis del historiador con la memoria de los protagonistas. Una obra que hace justicia a los olvidados de nuestra Historia.