Madrid poseía dos combustibles que ponían en funcionamiento su maquinaria: el cocido con berzas y el café. Por la mañana, el café acompañaba, de puchero y colado con calcetín, el sueño del madrugador, con su acompañamiento de harinas y grasas, los churros, las porras, los buñuelos que dejaban en la taza ojos dorados de aceite, refrito muchas veces.
Madrid 1808, vísperas de la guerra.
Un capitán de las Milicias Urbanas, su ayudante y un doctor forense investigan unos brutales asesinatos en serie de unas prostitutas, que no parecen interesar a nadie. Se desconoce el móvil y la Autoridad se empeña, quizás demasiado, en restarles importancia, aunque las pistas apuntan a los más altos círculos de poder, riqueza, arbitrariedad y corrupción del reino.
Los avatares de los protagonistas se convierten en un viaje oscuro a los antiguos y malolientes barrios de Madrid, algunos de los cuales conservan sus calles y plazuelas. Junto con ellos conoceremos a la Garduña, la mafia española; a delincuentes con sus delitos más impensables, embelecos y germanías; espías y viajeros intrépidos; cafés de conspiradores, capitanes, científicos, soldados, damas y prostitutas, currutacos y sus coimas; ritos prohibidos, vicios, sociedades secretas; patriotas y traidores, cobardes y valientes y más... a un ritmo vertiginoso.
Este Madrid, zarzuela de medio pelo, teatro de títeres y entierro de la sardina, no espera, al igual que el lector, este desenlace de la trama, mientras Murat ordena la represión, inmortalizada por Goya en la carga de los mamelucos de la Puerta del Sol y en los fusilamientos de los desmontes de Leganitos y la Montaña del Príncipe Pío.
Madrid 1808, vísperas de la guerra.
Un capitán de las Milicias Urbanas, su ayudante y un doctor forense investigan unos brutales asesinatos en serie de unas prostitutas, que no parecen interesar a nadie. Se desconoce el móvil y la Autoridad se empeña, quizás demasiado, en restarles importancia, aunque las pistas apuntan a los más altos círculos de poder, riqueza, arbitrariedad y corrupción del reino.
Los avatares de los protagonistas se convierten en un viaje oscuro a los antiguos y malolientes barrios de Madrid, algunos de los cuales conservan sus calles y plazuelas. Junto con ellos conoceremos a la Garduña, la mafia española; a delincuentes con sus delitos más impensables, embelecos y germanías; espías y viajeros intrépidos; cafés de conspiradores, capitanes, científicos, soldados, damas y prostitutas, currutacos y sus coimas; ritos prohibidos, vicios, sociedades secretas; patriotas y traidores, cobardes y valientes y más... a un ritmo vertiginoso.
Este Madrid, zarzuela de medio pelo, teatro de títeres y entierro de la sardina, no espera, al igual que el lector, este desenlace de la trama, mientras Murat ordena la represión, inmortalizada por Goya en la carga de los mamelucos de la Puerta del Sol y en los fusilamientos de los desmontes de Leganitos y la Montaña del Príncipe Pío.