En un barrio de arrabal existe un negocio que abre sus puertas a los solitarios, a los sedientos de alcohol y piel.
Ahí los hombres beben ansiando olvidar por un momento lo que son, y lloran en silencio por lo que nunca serán.
Dentro, las luces mortecinas apenas dejan ver a la figura que sube al escenario, a la mujer que gusta de bailar mostrando su desnudez y ocultando su tristeza y soledad.
Pero a veces algo sale mal: uno de los asistentes desea tener más de lo que puede pagar, y los golpes inician; la sangre brota con su luz escarlata mientras que los ojos de ella observan, y sus labios de carmín sonríen.
La noche apenas comienza.
Ahí los hombres beben ansiando olvidar por un momento lo que son, y lloran en silencio por lo que nunca serán.
Dentro, las luces mortecinas apenas dejan ver a la figura que sube al escenario, a la mujer que gusta de bailar mostrando su desnudez y ocultando su tristeza y soledad.
Pero a veces algo sale mal: uno de los asistentes desea tener más de lo que puede pagar, y los golpes inician; la sangre brota con su luz escarlata mientras que los ojos de ella observan, y sus labios de carmín sonríen.
La noche apenas comienza.