Marcos siempre ha sido un ladrón por naturaleza. Mientras otros niños jugaban con canicas, él me enseñaba cómo abrir puertas y robar lo que nadie miraba. Nos hicimos adolescentes, y de algún modo consiguió robar mi corazón. Supongo que es normal.
Hasta que abrió una puerta que nunca debió abrir y, simplemente, desapareció. La mansión del Señor Uralov, un capo de la mafia rusa, se lo tragó durante casi diez años. Y entonces, un día, apareció sin más en la cafetería donde me sentaba cada mañana. Sentado en mi mesa.
Ahora es uno de ellos. Pero tras tantos años de delincuencia y desacatado a la oscuridad, ha venido a enmendar su mayor pérdida. Yo. Así que ahí estoy de nuevo, frente al hombre que puede robar mi cuerpo, mi mente, mi aliento e incluso hacerme gritar su nombre.
O podía. Han pasado casi diez años, y las niñas también crecen. Pero cuando Marcos me tiende su mano y me pide que simplemente eche un vistazo a su estilo de vida, un mundo nuevo de oportunidades se abre a mi alrededor. Ya no es el lujo. Ya no es la adrenalina de desobedecer a la autoridad. Es la capacidad de vivir tu propia vida.
Hasta que abrió una puerta que nunca debió abrir y, simplemente, desapareció. La mansión del Señor Uralov, un capo de la mafia rusa, se lo tragó durante casi diez años. Y entonces, un día, apareció sin más en la cafetería donde me sentaba cada mañana. Sentado en mi mesa.
Ahora es uno de ellos. Pero tras tantos años de delincuencia y desacatado a la oscuridad, ha venido a enmendar su mayor pérdida. Yo. Así que ahí estoy de nuevo, frente al hombre que puede robar mi cuerpo, mi mente, mi aliento e incluso hacerme gritar su nombre.
O podía. Han pasado casi diez años, y las niñas también crecen. Pero cuando Marcos me tiende su mano y me pide que simplemente eche un vistazo a su estilo de vida, un mundo nuevo de oportunidades se abre a mi alrededor. Ya no es el lujo. Ya no es la adrenalina de desobedecer a la autoridad. Es la capacidad de vivir tu propia vida.