Las Gallegas de Cuba, contiene testimonios y semblanzas estremecedoras de emigrantes que han enriquecido la cultura, economía y espiritualidad de la sociedad cubana. Para la autora significó experimentar emociones diversas al conocer a hijas de Galicia que construyeron sus destinos, con esperanza
y sufrimiento, en los vaivenes de vidas transcurridas la mayor parte del tiempo en La Habana. Evocar sus pasados quizás parezca que las saudades restañaron, sin embargo ese lapso fue tan largo y difícil como la aspiración de conquistar un futuro mejor. No todo para las gallegas significó coser y cantar.
Ellas son las que más sufrieron la separación familiar y vivieron largos años en Cuba sin protección alguna. Decenas de mozas fueron vilmente explotadas por los tíos y conocidos en el negocio de la prostitución o ellas mismas prefirieron prostituirse antes de deambular por las calles en la condición de mendigas. Abandonadas a su suerte y cruelmente explotadas en el trabajo, la mayoría jamás pudo ahorrar dinero para comprar el pasaje de regreso a la aldea y continuaron sobreviviendo en Cuba, mientras tributaron sus platos típicos a la cocina criolla, y enseñaban a las cubanas reinar con las agujas en complicados tejidos y bordados. Fueron pulcras lavanderas, planchadoras y costureras.
Unos 700 galicianos viven hoy en la Isla, y de la cifra más de 500 son mujeres entre 60 y 90 años de edad. La nueva generación de cubanas-gallegas, nacida en la Isla, mantiene las raíces galaicas con una activa participación en las diez sociedades culturales. En tanto, la Cátedra Gallega de la Universidad de La Habana imparte conocimientos sobre Galicia a decenas de estudiantes, con fuerte presencia femenina.
y sufrimiento, en los vaivenes de vidas transcurridas la mayor parte del tiempo en La Habana. Evocar sus pasados quizás parezca que las saudades restañaron, sin embargo ese lapso fue tan largo y difícil como la aspiración de conquistar un futuro mejor. No todo para las gallegas significó coser y cantar.
Ellas son las que más sufrieron la separación familiar y vivieron largos años en Cuba sin protección alguna. Decenas de mozas fueron vilmente explotadas por los tíos y conocidos en el negocio de la prostitución o ellas mismas prefirieron prostituirse antes de deambular por las calles en la condición de mendigas. Abandonadas a su suerte y cruelmente explotadas en el trabajo, la mayoría jamás pudo ahorrar dinero para comprar el pasaje de regreso a la aldea y continuaron sobreviviendo en Cuba, mientras tributaron sus platos típicos a la cocina criolla, y enseñaban a las cubanas reinar con las agujas en complicados tejidos y bordados. Fueron pulcras lavanderas, planchadoras y costureras.
Unos 700 galicianos viven hoy en la Isla, y de la cifra más de 500 son mujeres entre 60 y 90 años de edad. La nueva generación de cubanas-gallegas, nacida en la Isla, mantiene las raíces galaicas con una activa participación en las diez sociedades culturales. En tanto, la Cátedra Gallega de la Universidad de La Habana imparte conocimientos sobre Galicia a decenas de estudiantes, con fuerte presencia femenina.